Prensa

La “recuperación de la memoria histórica” comenzó a propagarse en la segunda legislatura de Aznar. La izquierda político-mediática aceptó de mal grado la segunda victoria del PP y, como señala el historiador Stanley Payne, empezó a falsificar la Historia para deslegitimar al centro derecha democrático.

Desde Cádiz yo he tenido el honor de mantener relación con los principales liberales españoles. He escrito en ABC, La Ilustración Liberal y Libertad Digital, donde conocí a Cesar Vidal. He sido entrevistado por El Mundo e intervenido en el programa de Carlos Herrera.

Como cada mañana de mi nueva vida en Sevilla, salgo a caminar. Mientras ando, mi cabeza deambula, y surgen pensamientos y preguntas. ¿Habrá condenando la concejala feminista María Romay la paliza de unos salvajes de extrema izquierda a una chica de 19 años en Murcia? Ya cerca de la Estación del Prado recuerdo a Cádiz.

Los ecologistas actuales suelen ser en realidad ecologistas-sandías, es decir, verdes por fuera, pero rojos por dentro. Igual que la mayoría de las feministas, que son en realidad izquierdistas, más que defensoras de la mujer. Si no, no se explicaría el feminismo a la carta que practican.

J. F. Revel dijo que la mentira dirige el mundo. En efecto. Hay mentiras históricas que aún siguen repartiendo legitimidades en la política española de hoy. Por ejemplo la patraña de que el Frente Popular luchó por la democracia. Bolloten lo llamó el “gran engaño” (the grand camouflage), que aún prestigia a la izquierda.

Algunos de nuestros progres más entrañables han recordado que durante 2017 se cumplirá el centenario de la revolución rusa, como si ésta no fuera sino un hito de miseria y muerte. Sus comentarios, una vez más, han ido en la línea del eufemismo y de los tics del posestalinismo.

Me encuentro con mi amigo el progre que va a favor de corriente. Está muy alarmado: “Oye, sabrás que Cádiz pierde mucha población, ¿no?” Claro, le digo, no sigue sino la tendencia de todas las ciudades más avanzadas de España.