La condenita

Es falso que la democracia consista en sacar las urnas cuando y donde a un grupo político le viene en gana. Hay algo sagrado que se llama el Estado de Derecho, cuyas leyes hay que cumplir. Todos los españoles tienen derecho a ser preguntados sobre la cuestión catalana, pero bajo las condiciones que marca una Constitución que aprobamos todos, también en Cataluña. Artur Mas desobedeció al TC al poner urnas para desafiar al Estado, a la Constitución y a la unidad de España. Presupuestó casi 6.000.000 de euros –dinero de todos- para organizar tal disparate. El mismo día del golpecito, desafió públicamente al fiscal a actuar contra él, y ya en el juicio declaró que no dudaría en repetir los hechos. Hizo esperar media hora al tribunal para manifestarse en la puerta apoyado por miles de seguidores independentistas. Y finalmente no asistió a la lectura del fallo, aunque fue advertido de la obligación de acudir. A pesar de todo esto, ha sido condenado a sólo dos años de inhabilitación –recordemos que lleva dos años fuera de la Generalitat- y 36.000 euros de multa. El tribunal no ha contemplado los delitos ni de prevaricación ni de malversación. En definitiva, una condenita. Un pellizquito de monja. Es verdad que el personaje ya ha sido amortizado en Cataluña. En su mismo partido le critican públicamente. También Esquerra lo ve como alguien a evitar, por la corrupción y por sus pertinaces fracasos electorales, comparables a los de Pedro Sánchez. Y la CUP lo echó de presidente. Hay quien opina que no hay mejor aliado del estado para hundir al separatismo que este personaje, que ha arruinado todo lo que ha tocado: su propio partido ha desaparecido, perdió la presidencia, y en parte también, ha dejado tocado del ala al “procés”. Fuera de broma, esta sentencia sigue alimentando dudas sobre la estrategia jurídica del gobierno. Y demuestra la intimidación que el nacionalismo ejerce sobre el estado democrático, lo cual indigna. Sin embargo, parece que por ahora la estrategia de Rajoy de dejar que los propios separatistas se ahoguen en su salsa, está funcionando. Además, con su moderación, Rajoy está consiguiendo desactivar a toda esa legión de incitadores del odio al centro derecha democrático, que espera un paso en falso suyo para promover la misma gran agitación que contra Aznar.

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