Desde hace décadas, la violencia política sólo viene desde un lugar: la extrema izquierda. La extrema derecha sólo ha existido en la mente de los que necesitan un enemigo imaginario para justificar una ideología acabada. Dejemos aparte la violencia asesina de ETA, eso sí, autodeclarada marxista-leninista. No entremos tampoco en la clásica coacción sindical de los piquetes, las llantas quemadas y los destrozos, aceptada incomprensiblemente por una parte de la sociedad. Ahora me referiré a otra violencia, la que comienza a partir del 11 M, con los acosos, los boicots a conferencias, los insultos a periodistas y políticos electos, las agresiones a policías, etc. En Cádiz, hace poco, unos extremistas, de izquierda atacaron a los asistentes a la presentación de un libro sobre José Antonio. Algún que otro periodista progre presentó aquello como una pelea entre radicales, cuando en realidad se vio perfectamente en los videos de internet, quiénes eran los verdugos y quiénes las víctimas. Una práctica común, desde la época de Teofila, consiste en intervenir en los plenos, desde el público, de forma airada e insultante, ante la insólita pasividad de la autoridad, quizás por un complejo de democratitis mal entendida. Con la llegada de Podemos, la moda continúa, pero ahora los insultos van contra la oposición. Precisamente, hay alguien procesado por amenazar al líder socialista. Anteriormente, hablo de memoria, recuerdo atropellos en Valcárcel, en una noche de Carnaval, en la UCA, etc. El otro día sin ir más lejos, se produjeron escenas muy tensas ante la llegada de la presidenta de la Junta al Ayuntamiento. Se tiraron vallas y un huevo impactó contra el coche de la presidenta. ¿Se imaginan que todo lo descrito lo hubieran realizado sectores de la derecha? Yo fui de una izquierda que luchó pacíficamente por la reconciliación en la clandestinidad, que estuvo por la Constitución y que no tenía nada que ver con este fascismo rojo. ¿qué ha pasado desde entonces? ¿Por qué incluso una parte del socialismo apoya hoy a estos sectores? (Por cierto: ¿cuándo sabremos los nombres de los pedristas gaditanos?). Sé que en Cádiz hay miedo a esta gente, pero entre todos debemos estigmatizarlos y volver a reforzar una izquierda moderada, del estilo de Javier Fernández.
