El silencio de los corderos. Jorge Bustos

Actualizado Viernes, 2 junio 2023 – 17:59

¿No hablas por miedo a quedar fuera de las listas? ¿Aún no has comprendido que es lo mejor que te puede pasar?

El presidente del Gobierno, aplaudido en el Congreso por los diputados y senadores socialistas.
El presidente del Gobierno, aplaudido en el Congreso por los diputados y senadores socialistas.Alberto Di Lolli

Pero a quién aplaudías hasta romperte las palmas, coreógrafo socialista. Por quién crees que doblaban las campanas de tus manos rabiosas si no es por ti. En qué momento te mudaste a Estocolmo para asumir este maltrato. Cuándo olvidaste tu condición de representante del pueblo para agarrarte al clavo ardiendo que sella la tapa del ataúd del PSOE. ¿No hablas por miedo a quedar fuera de las listas? ¿Aún no has comprendido que es lo mejor que te puede pasar? Un vistazo al mapa electoral debiera bastarte para ensayar un ahogado murmullo de protesta, un mohín de autocrítica, un vislumbre de duda: todo eso a lo que no alcanza tu invisible coraje democrático, tu norcoreano ejercicio de autolisis intelectual. ¿Vas a irte por el sumidero de las urnas sin haber siquiera gritado socorro? Si esa es tu decisión, entenderás que los españoles ni se planteen la propina de la lástima. Y entenderás también que el próximo secretario general sopese apenas tu utilidad antes de desecharla limpiamente.

Se te exige que te añadas como un piloto japonés al vuelo en picado de una campaña demente, a la última leva de cainismo decretada por el despotismo de un desesperado. Y vas a hacerlo tragándote el penúltimo gemido de tu conciencia. «La política es así», te dices. «Lo primero es el partido», tratas de justificarte. Despierta ya. Precisamente porque la política no tiene por qué ser así vais a pagarlo tú y todos tus silenciosos compañeros. Podrá Pedro amputarte la voz, pero no podarte el pensamiento. Ya has reparado en el patrón psíquico que rige sus decisiones: el patrón de tu patrón. Siempre hace lo mismo. En 2016 celebró la peor cifra en escaños del PSOE como «un resultado histórico» y corrió a convocar un comité federal para aplastar la discrepancia de todos aquellos que sabían contar. En 2019 perdió 700.000 votos y en 24 horas aparcó el insomnio para abrazarse a Pablo Iglesias. Y a la mañana siguiente de encajar un cataclismo territorial adelanta elecciones culpando a la prensa y a los votantes. Siempre el acelerón tras el fracaso. Y por el camino la hierba no vuelve a crecer.

Pero ese niño perpetuo con ínfulas de mariscal es tu obra también. Le hicisteis creer que era infalible, cuando su cacareada astucia nunca fue más que una cuestión de metabolismo: su capacidad para digerir cosas que harían vomitar a una cabra, por remitirnos a Rambo (le resultará más familiar que Kelsen). Ahora se acerca el juicio de julio, que pondrá a la derecha a las cabras asqueadas y a la izquierda a los corderos mudos. Igual entonces recuperas el habla.

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