Hay varios tipos de feminismo, pero se resumen en dos: el impositivo de izquierdas (hoy a su vez dividido) y el liberal.

Hay un feminismo impositivo, de corte totalitario, hoy mayoritario en medios de comunicación y organizaciones paraestatales subvencionadas, partidario de la ingeniería social y la discriminación legal masculina (es decir de la desigualdad legal a favor de la mujer). Hay otro feminismo de corte liberal que defiende la igualdad ante la ley y los cambios sociales a través de la educación y de la liberación individual femenina, fuera del patronazgo del estado y sus terminales. Así de memoria me vienen algunos ejemplos de nombres de feministas liberales, Edurne Uriarte, Cayetana Álvarez de Toledo, Julia Navarro, Emilia Landaluce, Rosa Belmonte, Zoé Valdés, Camille Paglia, Rosa Díez, María Blanco, Ayn Rand, etc. El feminismo nació con las sufragistas anglosajonas, liberales, que lucharon por el sufragio universal como un derecho encardinado en la igualdad de todos ante la ley.

En España esta tendencia de luchar por la igualdad de las mujeres ante la ley fue representada en la Segunda República por Clara Campoamor, del Partido Radical, la única mujer que defendió y ganó en el Parlamente el derecho al voto de la mujer española. Frente a ellas defendieron el no del voto femenino dos diputadas de izquierda, Margarita Nelken, entonces del PSOE, y después comunista, y Victoria Kent, radical-socialista.

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