Me ha gustado la dignidad que muestra el excelente pintor gaditano Hernán Cortés en el reportaje sobre Pemán. El documental no está mal hecho, pero hace demasiado hincapié en la trayectoria política del escritor, y mucho menos en su trayectoria literaria, que es lo que de verdad importa. Por desgracia es lo que dicta la actualidad, seguir la agenda del comunismo perroflaútico gaditano. ¿A que no hay hacer uno sobre la trayectoria estalinista de Alberti, de su columna “A paseo” o de su estancia en Madrid en el palacio de los Spínola durante la guerra?
Una vez más hay que agradecer las excelentes intervenciones de Bustos y de García-Máiquez. Pero como decía, la intervención más sorprendente en un sentido positivo es la de Hernán Cortes, un hombre que estuvo vinculado a la izquierda en la Transición. Sus palabras haciendo justicia a la figura literaria de Pemán, defendiendo lo poco civilizatorio que resulta remover las tumbas, o defendiendo la reconciliación representada en el abrazo de Alberti y Pemán, en el que su padre tuvo una participación destacada, demuestran que no sólo es un gran artista, un triunfador, sino una gran persona.
Una vez más se echa de menos que Fernando Quiñones no esté vivo. Estoy seguro que él hubiera sido mucho más generoso con Pemán que algún discípulo-amigo suyo, de proverbial petulancia.
Los que hablan de las “depuraciones” de Pemán, callarían si de verdad conocieran la Historia de la República. Las primeras depuraciones importantes fueron obra del Frente Popular en la primavera de 1936, no sólo en la enseñanza, sino en la judicatura, en la administración y hasta en la policía (los individuos que mataron a Calvo Sotelo formaban parte de la parapolicía socialista, por ejemplo). Los gobiernos rojos depuraban a personas, y las turbas afines, con la pasividad de esos gobiernos, quemaban centros de enseñanza religiosos, conventos, bibliotecas, obras de arte, iglesias, periódicos de derechas, etc, cosa que nunca ocurrió al revés: la derecha protestó pero siempre pacíficamente. El caso es que estas tropelías y destrucciones nunca se contabilizan como actos criminales contra la cultura por parte del “progresismo”. Al mismo tiempo que despedían o vigilaban a “elementos poco afectos a la República”, el Frente Popular enchufaba a miles de personas, especialmente en el gremio de maestros. Esto tampoco se cuenta nunca.
Por cierto, muchos de los que hablan hoy de las depuraciones de entonces, fueron enchufados durante la Transición en órganos administrativos, y ahí siguen. O se han beneficiado profesionalmente –en detrimento de otros- de su militancia progre.