El lado correcto

Mi condición de liberal (poco doctrinario) me inclina a desconfiar de los políticos. Sin embargo la política nos obliga a tomar partido, en especial en momentos como este, de verdadera encrucijada para España. Por un lado están los que defienden la Monarquía constitucional, la reconciliación de la Transición y la unidad de España. Es el lado correcto. Por el otro, los que quieren, o no les importa, trocear la nación española y los que persiguen el modelo de Venezuela, todos ellos enemigos de la Constitución y de la Transición democrática.

En el primer bando están Vox, PP, C´s, algunos barones del PSOE, y la socialdemocracia clásica (de Felipe), siempre tan necesaria como pilar de la democracia. En el segundo el PSOE de Pedro Sánchez –un ególatra aupado por unas bases inmaduras y revanchistas- el PNV, Podemos, el independentismo catalán y los bilduetarras. En otras palabras, el socialismo irredento (más el tardocomunismo) y el separatismo. Una coalición desestabilizadora, que históricamente ha usado todos los medios, sobre todo insurreccionales, contra la monarquía constitucional, la unidad de la nación, la religión y la propiedad, y en pos del caos, la ruina económica y el guerracivilismo. Apunten algunas fechas en que lo intentaron o consiguieron, 1907, 1917, 1931 (la quema de iglesias), 1934, 1936, 2004 (13-M) y 2017 (27-0). Antes, otras fuerzas izquierdistas y separatistas también hicieron lo mismo (1873).

Hoy, tras la engañosa moción de censura a Rajoy, ha reverdecido esa alianza antisistema. Pero también, como en otros momentos, la nación ha reaccionado. Gentes que ya no tienen  miedo de ser llamados “fachas” y que sienten un sincero amor por una patria unida, democrática y reconciliada. Primero fue el discurso del rey, luego las banderas en los balcones, después la manifestación de Barcelona y ahora la de Colón. Por cierto, una reacción pacífica de verdad, con banderas constitucionales, con el inocente “Viva España” de Manolo Escobar y no con el “A galopar hasta enterrarlos en el mar” de Alberti, sin policías heridos, ni encapuchados, ni contenedores ardiendo. Son familias que no gustan de la agitación, que se quejan poco y trabajan mucho, y que le pedían al Felón que cumpliera su palabra de convocar elecciones. Pues bien, por fin parece llegado el momento.  Es la hora de España.

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