Un hombre libre

La reciente muerte del excelente escritor César Alonso de los Ríos me trae algunos recuerdos y reflexiones. César fue todo un referente de una parte de mi generación -para mí la más crítica y brillante- ésa que partiendo de la izquierda clandestina ha acabado entregada a un pensamiento independiente.

Formó parte del PCE –antes militó en el mítico FLP-el partido que (nos) aglutinó a la oposición antifranquista. Entre los años 66 y 78 fue jefe de redacción de la mítica revista Triunfo, ésa isla de libertad que esperábamos cada semana con ansia.

En 1978 fundó la revista de izquierdas La Calle, que yo compraba religiosamente en un kiosko de Pagés del Corro, en Sevilla. Ya en los 80 se aproximó al socialismo y asesoró a Javier Solana, para salir definitivamente de la izquierda en los años 90. No es un caso aislado entre los intelectuales de primera fila como pudiera parecer, al contrario. Así de memoria se me vienen J. Juaristi, J. Losantos, V. Llosa, A. Espada, S. Dragó, H. Tertsch, A. Escohotado, A. Boadella, etc. No ha sido un camino fácil para ninguno de ellos, y en especial para Alonso de los Ríos, que en años difíciles se atrevió a desmontar algunos mitos de la izquierda, como ese libro sobre Tierno, “La verdad sobre Tierno Galván”, o ese otro en el que desenmascaraba el pasado franquista de los maestros de la izquierda de entonces, “Yo tenía un camarada”, entre los que se encontraban no sólo Haro Tecglen (el “niño republicano”) o Manuel Sacristán, sino, añado yo, algún que otro escritor comprovinciano.

Si hoy en día hace falta valor ante el rodillo de la corrección política para defender la Transición, la pervivencia de la Constitución, el derecho de Israel a defenderse, la igualdad de hombres y mujeres ante la ley o que los asesinos cumplan las penas íntegras, imaginen qué independencia de criterio no mantuvo César en aquellos años para publicar libros que denunciaban la complicidad de la izquierda con la segregación de España, con títulos tan elocuentes como “La izquierda y la nación. Una traición políticamente incorrecta” (1999), o “Yo digo España. Contra la disolución nacional alentada por la izquierda” (2006).

Fue un hombre sin vasallajes, culto, insobornable y durante los últimos años se mostró implacable contra los agitadores de la falsa y rencorosa memoria histórica.

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