Contradicciones

En estos últimos tiempos las típicas contradicciones de la izquierda y el nacionalismo -tan próximos en su afán antisistema- se han acumulado, y se han puesto más de manifiesto. Veamos algunos ejemplos.

Después de que durante años, y hasta hace muy poco, hayamos vivido más de 800 asesinatos de ETA, una parte de la izquierda, y todo el  nacionalismo, dicen que debemos olvidar y empezar a pensar en los presos etarras. En cambio, la Guerra Civil, un conflicto que tuvo lugar hace más de 80 años, debe ser recordado una y otra vez, incluso debe interpretarse obligatoriamente según una ley estatal que estos grupos piensan aprobar pronto (con el silencio del centro derecha, espantado ante la posibilidad de que le llamen facha).

Los mismos que decían que no se debe legislar en caliente sobre la prisión permanente revisable cuando el asesinato del niño Gabriel, quieren ahora cambiar las leyes de forma urgente, respecto a los delitos sexuales, en virtud de unas penas a la llamada “manada” que ellos consideran corta.

Todos hemos visto a las feministas de “género” salir en masa a la calle en contra de la sentencia de “la manada”. Pero no hemos visto a ninguna manifestarse ante la agresión sufrida por las novias de los guardias civiles de Alsasua o indignarse ante la violación de una chica por parte de cuatro jóvenes argelinos en Alicante. En Alemania, se da el caso, de que la prensa progresista (pleonasmo), presa de lo políticamente correcto, calla ante las cada vez más numerosas violaciones protagonizadas por refugiados árabes.

Los mismos sindicatos que piden un alza de las pensiones de acuerdo al IPC para no empobrecer a los pensionistas, ocultan quién las paga: los trabajadores en activo, bien a través del sistema en vigor de reparto, bien vía impuestos. Pero el empobrecimiento de los trabajadores activos no importa. Lo que realmente se desea, al igual que con otras manifestaciones y mareas que hay y habrá hasta las elecciones, es el desgaste del gobierno, a cualquier precio.

En Cádiz, hay un progresismo de salón que se queja de la pérdida de población por el encarecimiento de los pisos, pero que a la vez pone el grito en el cielo cada vez que surge una propuesta de construcción de nuevas viviendas (a mayor oferta, menor precio), como en el caso de los nuevos terrenos del muelle.

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