Negrín

Noviembre trae varios recuerdos de la guerra incivil, todos ellos hoy políticamente incorrectos. El 7 de noviembre de 1936 comenzó la mayor matanza de la Guerra, bajo dominio comunista. En Paracuellos fueron asesinadas miles de personas, entre ellos mujeres y niños.

Otro 7 de noviembre, pero de 1937, tuvo lugar el bombardeo de Cabra a manos del Frente Popular. El número de víctimas fue similar al de Guernica, con la diferencia de que el segundo es conocido internacionalmente, gracias al cuadro de Picasso (que cobró una fortuna del dinero público) y a la influencia mediática de una izquierda que ha logrado distraer su pasado totalitario. La Historia, a veces, no la  escriben los vencedores.

Finalmente, el 12 de noviembre se rememoró el aniversario de la muerte del socialista Juan Negrín, último presidente de la República, ante la indiferencia de una sociedad ignara, bombardeada sólo con la “memoria” sesgada del franquismo.

Negrín llegó para imponer un ejército disciplinado que resistiera y prolongara el conflicto hasta la llegada de la inminente Guerra europea, única esperanza de una República en realidad convertida en totalitaria desde que se le entregaron las armas a los grupos revolucionarios, que ejercieron una violencia brutal -más intensa que la franquista (Larrazábal y M. Rubio)-, en la zona del FP.

El coste de esa estrategia –sin alternativa dentro del FP- fue tremendo. Negrín envió el oro español a Moscú sin que lo supiera ni el propio Azaña, quedando supeditado desde entonces a los intereses de Stalin. No es raro, porque el PSOE de entonces era un partido bolchevizado. Los comunistas fueron machacando a los anarquistas, trotskistas y socialistas disidentes, en una guerra civil dentro de la Guerra. Al final, los grupos no afines a Negrín  y a los soviéticos se rindieron a Franco antes que seguir bajo la dictadura encubierta del PC.

Al terminar la Guerra, Negrín -junto a los dirigentes del FP-, se puso a salvo, sin atender a los miles de izquierdistas abandonados. Lo hizo bajo el paraguas del inmenso tesoro robado al patrimonio artístico e histórico, y a los particulares, incluidos a los pobres del Monte de Piedad, con el fin de controlar el exilio. Para ello, embarcó parte de ese tesoro en el yate Vita, con destino a Méjico. Pero otro socialista, Prieto, se lo arrebató.

Uso de cookies

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.plugin cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies