Pasos para atrás

La España constitucionalista está dando pasitos para atrás. Primero fue el desembarque de los proetarras en las instituciones vascas. Es verdad que ETA ha sido derrotada, pero a un alto precio, y además, su tesis de que la Transición fue una continuación del franquismo, y que no hay una verdadera democracia en España, está siendo relanzada con éxito por Podemos, asumida por algunos socialistas y propagada por varias televisiones importantes.

Después vino el gobierno del populismo leninista en varias comunidades autónomas y en las principales ciudades del país (en Cádiz rige su rama extrema: ¡acaban de negarse a apoyar dedicarle una calle a Miguel Angel Blanco!). La dureza de la crisis, la financiación irregular de (todos) los partidos, y las reformas judicial y electoral pendientes han fortalecido una corriente política que pretende sin tapujos destruir la democracia del 78.

Al mismo tiempo, el pacto autonómico suscrito en la Transición se encuentra en grave riesgo como consecuencia del proceso golpista que se fragua en Cataluña.

Por último, la recuperación del liderazgo del segundo partido constitucional, el PSOE, por parte de P Sánchez, ávido por pactar con separatistas y antisistema para ser presidente de un “Gobierno Frankestein”, completa el panorama regresivo.

Todos estos retrocesos tienen su origen en la legislatura de Zapatero, cuya desastrosa gestión despertó a un dormido separatismo catalán, hundió la economía española con más deudas, y potenció el izquierdismo revanchista impulsando una ley de memoria histórica que atenta contra la reconciliación de la Transición.

El último triste capítulo de esta regresión ha llegado con la postergación del rey padre Juan Carlos justo el día en que se conmemoró las primeras elecciones democráticas de un régimen, precisamente llamado juancarlista, que ha dado el mayor tiempo de paz, prosperidad y libertad a España.

A pesar de todo lo anterior, la situación no es desesperada. El país sale de la crisis a un buen ritmo (que mejorará con la esperada bajada de impuestos), y la amplia y potente clase media española no termina de dejarse engañar por aventuras. Respecto al separatismo, estamos obligados a confiar en el presidente Rajoy, que hasta hoy está mostrando la misma gran talla de estadista que sus antecesores F González y JM Aznar.

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