La censura existe. No es la vieja censura del poder político. Es más sutil. Es autocensura. Una autolimitación que proviene del miedo a discrepar del “progresismo” imperante. Hay pavor a ser tachado de facha, racista, machista o incluso de derechas, a secas. Es una censura universal, pero que adopta formas distintas. Veamos algunas.
En Europa, el que discrepa del “bando correcto” compuesto por feministas, ecologistas, laicistas, pacifistas a ultranza, climatistas, etc., es sometido al ostracismo civil. En Alemania, hay un consenso tácito para silenciar los cientos de violaciones y delitos cometidos por una parte de los refugiados admitidos por Merkel. En esta censura coinciden los intereses del poder político y los del buenismo progre del periodismo alemán.
En España, se ocultan las estadísticas de denuncias falsas de mujeres contra hombres y de la violencia familiar de las mujeres. Y son considerables. Tampoco se publican estadísticas comparativas de asesinatos contra mujeres en diversos países, quizás porque es en los países nórdicos, considerados como poco machistas, donde se producen más.
En España es imposible el sólo intento de debatir sobre la guerra civil. Ofende la verdad probada de que la guerra no fue sino la reacción de un centro derecha moderado y legalista (como el actual), asediado por el embate revolucionario de las izquierdas, desde la calle y desde el gobierno.
Por último, en Cádiz hay una forma de censura masoquista que impone el discurso ancestral de que “Cádiz se hunde”, silenciando los indicadores institucionales que lo desmienten, y haciendo parecer lunáticos a los que los exponen.
Es incomprensible que en nuestra ciudad no se hayan comentado los numerosos reportajes publicados en la prensa nacional sobre rentas y (menor) riesgo de pobreza en las ciudades españolas, basados en el INE, en los que Cádiz figuraba a la cabeza de Andalucía y de media España. Pueden leerlos en el ABC de los días 4 y 21 de junio. Esa falsa fama de pobreza, alimentada desde el propio Cádiz, y que tanto daño nos está haciendo, ha llegado a todas partes. Sin alejarnos, el otro día en Sevilla, alguien de Los Pajaritos, uno de los cuatro barrios sevillanos más pobres de España (12000 euros de renta), me dijo: “¿Tú eres de Cádiz (29000 euros de renta)? Vaya la pobreza que tenéis allí…”