En Cádiz la nomenclatura progre domina el relato de lo que pasa (y de lo que pasó). No es que no haya excelentes analistas de todos los signos. Los hay. Pero quedan solapados por la fuerza de un “progresismo” oficial, que silencia y oculta sus errores. Voy a poner tres ejemplos.
No es Cádiz capital, es Andalucía la que tiene los peores indicadores de España. Sin embargo, no es casualidad que los mismos que durante años han señalado una y otra vez a su ciudad, para denigrarla, no hayan denunciado nunca, que Andalucía está a la cola de España tras 35 años de socialismo.
Me da que el caso de la cúpula de la catedral de Cádiz también responde a “progre no critica a progre oficial”. La cúpula siempre fue de un color amarillo intenso, de influencia bizantina, oriental, (recuerda a la de San Marco en Venecia, entre otras). Ese amarillo, que tanto me llamaba la atención de niño desde la azotea de mi casa, siempre ha formado parte del paisaje urbano de Cádiz. Pues bien, tras una de las reformas catedralicias, la cúpula comenzó a ponerse anaranjada, y ahora tiene un color como de bizcocho. Hasta donde sé, nadie ha dado una explicación. Supongo que es un problema de la empresa que colocó los azulejos. Pero, ¿por qué no se la obliga a reponer unos azulejos que mantengan el amarillo? Y aquí viene la sospecha: ¿no tienen nada que decir Patrimonio, ni los colectivos sociales, ni la Universidad? La red clientelar progre es muy crítica, pero con los demás. Entre ellos se amparan, independiente del tamaño del disparate.
Y el último ejemplo de ocultación de errores (u horrores), se refiere al pasado de la izquierda, aunque en este caso quizás sea más bien ignorancia. En estos días se ha vuelto a hablar del bombardeo de Guernica. Como siempre, todo el mundo conoce las barbaridades del bando nacional, pero no las del Frente Popular (que no de la llamada “República”, demolida por la revolución). Se desconoce que en Cabra también hubo un bombardeo por parte frentepopulista tan criminal y gratuito como el de Guernica, y que causó las mismas víctimas. Pero claro, Cabra no tiene altavoces mediáticos, ni la propaga el cuadro de un genial Picasso, comunista. Por cierto, pintado no de forma altruista, sino pagado a precio de oro por el gobierno del Frente Popular, con el dinero de todos.