Algunas noticias recientes me hacen volver a lo falso -y dañino- de considerar a Cádiz un caso de ruina especial (sin negar que haya pobreza). ¿Sabían que Cádiz es la capital que más IRPF declara en Andalucía? Comprueben en Google la tabla de municipios españoles por rentas medias, de la Agencia Tributaria. Daré otro dato que reafirma el anterior: el ranking de pobreza del AIS Group (INE) nos sitúa en la media española.
¿Por qué no se dan a conocer estos indicadores? ¿resultan imposibles de encajar ante la inducida creencia general de que “Cádiz se hunde”? ¿se ignoran porque contravienen la ideología del periodismo progre, ávido por agitar? ¿peligran subvenciones?
Pero veamos, ¿significan estos indicadores que Cádiz va a mejor? No, si nos comparamos con nosotros mismos en los 60-70, época de auge económico y gran inmigración. Pero en relación a Andalucía, en los 80 y 90, la capital seguía en un gran nivel (véase, con perdón, el libro de U. Cuadrado y mío, “Cádiz, una Bahía con futuro”), excepto en paro, que era similar. Por cierto, fue una de las épocas en las que más arreció el “Cádiz se hunde”.
Como decíamos, hoy seguimos con unas rentas más que aceptables (INE y AET) en relación a un sur que, no olvidemos, sigue atrasado. El paro, con datos preocupantes, sigue menor o similar al de su entorno. Menor que en Jerez por ejemplo, ciudad a la que nadie tilda de “capital del paro”. La pérdida de población de las grandes capitales requiere en Cádiz matizaciones que he tratado otras veces con más espacio.
¿Dónde está la clave de esta suficiencia gaditana? En el doble sueldo administrativo matrimonial. Toda la ciudad trabaja para las diferentes administraciones, o para empresas subvencionadas o concertadas, por lo que siguen reinando las clases medias. En Cádiz todo el mundo tiene su “campito” en Chiclana -ahora también en Roche-, los trabajos más penosos (albañilería) los hacen foráneos, y no hay chabolas desde Carranza.
Pero ojo, ese factor estatal que nos da nivel, nos hace también débiles. Hay poco espíritu de empresa. Aquí, extraer rentas del estado –o sea, de los demás-, es un derecho loable. Obstaculizar con impuestos, pegas y burocracia a empresas inversoras, da igual. No está en la agenda progre preocuparse por eso. Y ahora que mandan los comunistas, más.