Todo era de color

En esta mi tercera estancia vital en Sevilla he visto por primera vez dos iconos sagrados de su Semana Santa, el carismático Gran Poder, y el emocionante Cristo de los Gitanos. A mí también me gusta la Semana Santa de Cádiz y Sevilla. Y por fin sé lo que dicen tras el Tos por iguá, valientes: ! A esta es! El Domingo de Resurrección se presentaba en Sevilla con dos alicientes que resultaron un fiasco (tres, con la corrida de Morante). Por un lado un Betis B-Cádiz del que me salí decepcionado, y por otro el estreno de Todo es de Color, una película sobre el grupo Triana dirigida por G. García Pelayo, a quien se agradece todo lo que hace, menos como director. Yo estudiaba por segunda vez en Sevilla en la época de Triana. Fue un tiempo extraordinario de música y libertad. En realidad todo empezó mucho antes, durante mi primera estancia sevillana, con Smash. También el rock andaluz. Manuel Molina adaptó para el grupo el Garrotín, palo que cantaba Pericón de Cádiz. Ocurría que físicamente me parecía mucho a Antoñito, el batería, así que después de que me saludara gente por toda Sevilla, asumí el rol. Recuerdo el disco Glorieta de los Lotos, que se refería al lugar del Parque donde el personal se veía para, como dice Reguera, realizar actividades diversas. Ya en Cádiz, en los 60, escuchábamos un gran rock, en especial al grupo de blues más avanzado de España: Simún. Reguera, M. Martínez, F. Caso, y Nono Ávalo consiguieron un sonido fantástico. Recuerdo un Suzie Q increíble en El Cantabrico y una tarde con música de Cream y Hendrix en el Casino Gaditano. Hoy, por su aspecto, su música y su maravilloso surrealismo gaditano, Reguera es una mezcla de El Beni y Mick Jagger, eso sí, mejor conservado, a pesar de sus volteretas. Todo aquello acabó, tras un verano de autostop y Costa Brava, con la mili. Una mañana, formados todos en el patio del cuartel, ordenaron registrar todas las taquillas debido a la aparición de pintadas subversivas. Yo era el único que llevaba el uniforme de salir porque iba a un examen, así que me registraron el primero. Tenía dentro un libro de Engels, “El origen de la familia…”. El pánico me invadió camino del registro. Pero el sargento al ver el libro me dijo: ”Muy bien muchacho, la familia es lo primero”.

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