La salida más sensata a la enrevesada situación política que nos han dejado las elecciones generales es el pacto de PP, PSOE y C´s, los tres partidos moderados que en teoría defienden la unidad de España, y el mismo modelo social y económico. Esa alianza de conservadores y socialdemócratas ha sido precisamente la solución adoptada en la mayoría de los países europeos amenazados por el populismo. Pero ese entendimiento tiene en España un obstáculo casi insalvable y es el odio que el PSOE, y la izquierda en general, ha sembrado contra “la derecha” durante todos estos años. Un hecho verdaderamente insólito en Europa, cual es la criminalización de un partido democrático. En efecto, tras la etapa reconciliadora del felipismo, ese rencor estayó con virulencia en el 11 M, con el acoso a las sedes del PP y los insultos a sus representantes. A partir de ahí vino lo del “cordón sanitario”, el Pacto del Tinell y el guerracivilismo de Zapatero. Durante este tiempo, ese odio ha sido jaleado por medios de comunicación, artistas, sindicatos, y todo tipo de colectivos controlados por la izquierda, hasta pasar a forma parte de la normalidad política. No en vano las únicas formas de violencia extrañamente aceptadas por la sociedad provienen todas de la izquierda: los “piquetes informativos”, los “escraches”, la ocupación coercitiva de la calle, etc. ¿Verdad que no se imaginan a simpatizantes conservadores yendo a insultar y escupir a un gobierno municipal saliente de izquierdas como se hizo en Cádiz contra el de Teófila? Sería impensable que un dirigente del PP hablase de “la izquierda” con el mismo desprecio con el que uno del PSOE, o de Podemos, habla de “la derecha”. El problema que tiene ahora el PSOE, y España, es que no puede pactar con el PP porque todo eso huele a “derecha”, como ya le está recordando Podemos, un partido que ha crecido aprovechando y exacerbando el odio sembrado por el zapaterismo. Veteranos líderes felipistas como Corcuera, Guerra, Leguina, Alberdi, y el propio Felipe, están intentando hacer pedagogía antibolivariana y a favor del consenso con los constituionalistas. Ahí echo de menos a algunos venerados socialistas gaditanos. España necesita a la corriente socialdemócrata del PSOE, si es que la hay aún.