Sorprendió una vez más el alcalde González, esta vez para bien, homenajeando a la Constitución el pasado día 6 de diciembre. Claro que la sorpresa duró poco, pues tan sólo un día después la candidata de Podemos al Congreso afirmaba en Cádiz que la Constitución se ha convertido en un papel mojado que ya no funciona y hay que cambiar (sic). Hay como una moda general en todas las fuerzas políticas de proponer reformar la Carta Magna. Pero se debe andar con cautela. Suele ocurrir en la España contemporánea, que cada 60 ó 70 años ponemos patas arriba unas instituciones que han funcionado razonablemente. Y luego vienen las convulsiones. La Constitución que se pretende reformar ha dado los cuarenta años más estables, libres, y pacíficos de la Historia de España. Hasta que en los últimos años ha comenzado a predominar el discurso condenatorio de la Transición por parte de los separatismos y de cierta izquierda populista, y no tan populista.Todas las Constituciones anteriores a la de 1978 -hecha por consenso-, fueron de unos españoles contra otros. La Constitución republicana, sin ir más lejos, fue definida por el presidente de la Comisión que la elaboró, el socialista Jiménez de Asúa, como de izquierda, y entre otras imposiciones establecía la disolución de las órdenes religiosas y la nacionalización de sus bienes. Los españoles deberíamos aprender que las reglas de juego son sagradas, y que no podemos cambiarlo todo con las primeras dificultades. Ahora bien, si de verdad estamos de acuerdo en que debemos reformar, hay que asegurar dos cosas: un objetivo común, y al menos un consenso como el de 1978. Ocurre sin embargo, que las propuestas de reforma son variadas y hasta contradictorias. Rivera pone el acento en las Diputaciones y el Senado. Los socialistas son partidarios de un federalismo (¿) asimétrico para contentar a los soberanistas catalanes. Los de Podemos son partidarios de la autodeterminación y de un sistema bolivariano. Y los nacionalistas pretenden algún tipo de privilegio sobre el resto de los españoles. No parece fácil pues llegar a un acuerdo general. Conclusión. Hagamos los cambios parciales y consensuados que se precisen, pero no cambiemos de reglas constantemente. Seamos en eso anglosajones.