Otro puente hacia el autodesprecio

Igual que en Cataluña el argumentario que sólo se ha oído en estos 35 últimos años es el del nacionalismo, -por incomparecencia del relato a favor de la Constitución española-, en Cádiz sólo ha predominado el autodesprecio y la idea de miseria. Es explicable. ¿Quién se iba a enfrentar a un victimismo visceralmente implantado, y que hacía parecer al que lo hiciese un despiadado con la pobreza? El resultado es que cualquier gaditano tiene claro desde pequeño que Cádiz es la capital del paro y un caso especial de pobreza (falso todo: AIS Group). Cómo estaremos de faltos de autoestima, que cuando ganamos, “nos enfaamos”, como dice la soleá del genial cantaor gaditano, Ramón Jarana. Viene esto a cuento porque ahora que hemos ganado, y mucho, con la inauguración de uno de los mejores puentes del mundo, se han disparado las quejas, a la cabeza de las cuales ha estado el alcalde, José María González. Muy resumidamente, se ha dicho: el viaducto es innecesario, ha costado mucho más de lo presupuestado y ese dinero podría haber servido para otros proyectos. Algunos –siempre desde la izquierda- han añadido que el nuevo puente no tiene carril bici y que además facilitará la marcha de más gaditanos. Vayamos por partes. ¿No habíamos quedado que tras Sevilla, Barcelona, Zaragoza, Valencia, Málaga, etc., ahora tocaba invertir en el área metropolitana de Cádiz? Hay que volar alto, una gran inversión es siempre a largo plazo, y el puente es un icono de vanguardia a la altura de una Bahía que ha crecido 25.000 habitantes en los últimos años, y que espera acercarse en el futuro al millón. Lo que está claro es que si no se hubiese hecho esta gran construcción, el dinero presupuestado no se habría destinado a otros menesteres, como se dice, simplemente se habría esfumado. Respecto al gasto, se debe saber que no hay ni una sola gran obra española que no haya costado mucho más de lo previsto. Leí en un artículo bien documentado que esos sobrecostes pertenecen a un viciado juego de paradas y arranques entre el estado y las empresas constructoras. En el caso de nuestro segundo puente además, creo recordar que hubo dos interrupciones que encarecieron el proyecto (ambas propuestas desde la izquierda): la exigencia de la Junta de un carril para el tranvía y la petición sindical de más altura para que pasaran los barcos de Astilleros. Por cierto, aquello sonó entonces a zancadilla. Según el propio autor de la obra, Manterola, el carril bici que se demanda no ha sido contemplado nunca, a causa de su considerable pendiente. Un descaro, porque como se sabe, tranvías y bicis son progresistas, y el coche es facha. La primera vez que oí que un nuevo acceso facilitaría la “emigración” de más gaditanos fue a Pacheco, ese gran amante de las cosas de la capital. Si es así, casi mejor, pues lo importante no es la disminución de la población capitalina, ida hacia la Bahía, sino el dinámico proceso de redistribución poblacional en el área metropolitana de Cádiz. No olvidemos que la capital gaditana es una de las ciudades más densas del mundo. En fin, ladran, luego cabalgamos.

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