Me han llamado la atención algunas estadísticas sobre la llamada violencia de género por lo que tienen de contradictorio con las ideas feministas sobre esta lacra. Veamos. Una de las explicaciones de la ideología de género sobre las causas de la violencia sobre la mujer reside en que vivimos en sociedades machistas. Pero según esto debería de haber más violencia en el sur europeo que en un norte más avanzado. Y no. Todas las fuentes posibles (Unesco, Interpol, etc.), indican más violencia en Finlandia, Suecia, Dinamarca o Alemania, que en el sur. Precisamente, los países europeos con menos asesinatos de mujeres son Portugal, Grecia y España. Los conservadores dicen al respecto que precisamente esta violencia está relacionada con las consecuencias de la extensión de la ideología de género: la división familiar, la discriminación legal contra el varón, y el retorcimiento educativo de la naturaleza de hombres y mujeres. No estoy seguro de la certeza de estas reflexiones, pero deberían ser tenidas en cuenta. Se piensa que la violencia doméstica es monopolio del hombre. Pero las estadísticas dicen que el año pasado hubo 550 denuncias de hombres contra mujeres en Sevilla en ese sentido. Claro que hubo muchas más mujeres denunciantes de hombres: 3500. La perversa solución a esta estadística infame contra la mujer han sido unas normas contra los hombres que recuerdan a las Leyes de Nuremberg: a igual delito, distinto castigo. Otra estadística políticamente incorrecta se refiere a que más del 70% de la violencia contra la mujer se produce fuera del matrimonio. Un dato que va contra el meollo del pensamiento feminista que piensa que el matrimonio es una trampa para la mujer. Es más, la felicidad femenina final estaría vinculada a la erradicación de la maternidad: la mujer es un hombre “con un cuerpo molesto” (Simone de Beauvoir). Recordemos que la legítima y lograda aspiración de las sufragistas de igualdad ante la ley ha sido sustituida hoy por la igualdad de resultados mediante la ley (discriminación positiva). Por último, el feminismo atribuye a la religión influencias perniciosas para la mujer. Pero las estadísticas sobre violencia doméstica, abandono de menores, divorcios, fracaso escolar, y adicciones van unidas a familias declaradas no religiosas.