Ella no era quejica

No sé si saben que existe una página web donde los conductores que se van a desplazar a otra ciudad y desean compartir gastos o incluso ganar algo, se ofrecen para llevar a viajeros que van al mismo lugar, por un precio mejor que el que ofrecen los transportes al uso. Hace unas semanas decidí probar esta moderna modalidad de viajar y me puse en contacto con una conductora que iba para Sevilla a la misma hora que yo. Se trataba de una chica joven que me recogió puntualmente en el sitio convenido y que me dejó en Sevilla en el lugar al que yo iba. La muchacha en cuestión era gaditana y como casi todos los chavales de Cádiz, pero también de Andalucía y de España, estaba desempleada. Me contó que harta de su situación había puesto en marcha un plan que les paso a relatar. En primer lugar averiguó qué capital española era la de menor desempleo. Según ella era San Sebastián. Había descartado irse al extranjero, como miles de jóvenes españoles, porque como ella decía, fuera sólo se encontraban empleos en precario que daban para lo justo, o no daban. El verano pasado dio la casualidad que había conocido a unos jóvenes de la capital donostiarra que le habían ofrecido su casa durante un tiempo. Así que no se lo pensó dos veces, preparó su coche e hizo sus maletas. Destino: la bella Donosti. El primer trayecto, de Sevilla a Cádiz, lo hizo con otras dos chicas y conmigo mismo. Después, nos dijo, tenía pasajeros a lo largo de todo el viaje que le iban a procurar ganar algo de dinerito, y compañía. Al bajarse ella del coche a meter mis maletas había observado que vestía de una manera original. En efecto, según me contó luego, le encantaba la costura, y había realizado estudios de lo que hoy se llama diseño de ropa y complementos. De ahí que hubiese decidido poner todo su esfuerzo en encontrar algún empleo que valorara sus cualidades y vocación. En San Sebastián tenía alojamiento y dinero para vivir al menos un par de meses. Y algunos contactos. Lo suficiente para intentar su aventura. Su objetivo final era establecerse por su cuenta. Durante el trayecto no le oí ni una sola queja. Y eso que había sido alumna Logse, y se había criado en el confortable victimismo dominante, pero sorprendentemente no le echó la culpa de su situación ni al sistema, ni a la burguesía, ni a la banca, ni siquiera al Carnaval, como es moda. Sólo palabras de ilusión y confianza en ella misma. Apuesto que esa chica, donde quiera que esté, saldrá adelante. Suerte.

Enlace al artículo.

Uso de cookies

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.plugin cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies