En tan solo unos días la histeria informativa sobre el ébola ha desaparecido. Y es que a la peor izquierda se le ha chafado otro de sus fines del mundo en caso de que hubiese habido un desenlace fatal. Como se le estropeó el del accidente de tren en Galicia, porque se autoinculpó el maquinista. De hecho, en el peor momento de la crisis de Teresa ya hubo personas concentradas en las sedes del PP dispuestas a su acoso. De nuevo el miedo gelatinoso que este país adolescente ha demostrado en los últimos tiempos iba a ser canalizado a través del odio político. Una película que hemos visto demasiadas veces desde que en la segunda legislatura de Aznar, la izquierda (y los separatistas) declararon fenecida la reconciliación de los españoles. Desde entonces, en España parece que los gobiernos de centroderecha son una contingencia electoral hasta que no se produce un accidente o un atentado que permita criminalizarlos. El Prestige, el Yak 41, el No a la guerra, y sobre todo el 11 M fueron modelos de manual de agitación leninista utilizados contra el PP. Luego nada importó que los jueces dieran la razón a las medidas gubernamentales en el caso del Prestige, ni que la Yihad tuviese a España en su agenda independientemente de que hubiese apoyado la guerra de Irak. Eso sí, la izquierda es hipercrítica sólo contra el adversario. Si hay un accidente, ése sí de clara responsabilidad socialista, como el caso de Boliden en Andalucía, reina el silencio. En el caso del ébola, ya es de agradecer, que si bien Pedro Sánchez no haya contribuido del todo a la serenidad exigible, tampoco se ha puesto al frente de la desestabilización que otros dirigentes socialistas propiciaron en otros tiempos posteriores al felipismo. Es verdad que al comienzo, dada la poca información y experiencia sobre esta nueva enfermedad, se cometieron errores. Los protocolos han cambiado varias veces, incluso en EEUU. Pero al final la administración ha mantenido la serenidad frente a la jauría. Ana Mato no ha sido sino la metáfora de un centro-derecha otra vez acongojado por el acoso. Vendrán nuevos casos extremos proclives a la agitación, pero al menos sabemos que finalmente en esto, este gobierno responde con dignidad y eficacia.