Me gusta el último anuncio de la firma Desigual porque se ha convertido en una metáfora de la libertad frente al afán inquisitorial del Consejo Audiovisual de Andalucía, que ha instado a censurarlo. En él, una modelo pincha condones alegremente porque quiere quedarse embarazada (el vestido le quedará bien hasta con barriga). Ahora resulta que el derecho a “decidir” va hoy asociado con la idea de abortar, y no con el derecho a perseguir el sueño de ser madre que este anuncio promueve y celebra. Afortunadamente, la vida depende de los embarazos, y no del CAA. Se sabe que todo spot, por definición, trata de llamar la atención. Pinchar condones lo hace. Pero de ahí no se desprende, como pretende el Consejo, que se promuevan “estereotipos negativos” que propicien un modelo de “comportamiento antisocial y peligroso para la salud y la seguridad de las personas” espcialmente para “los menores de edad”. Pinchar un condón el día de la madre es todo un canto provocador a la alegría de procrear, y no una llamada a la irresponsabilidad, como puede verlo cualquiera no contaminado por la ideología de género. El lenguaje del integrismo siempre se parece. El Consejo manifiesta una rigidez moral que recuerda al nacionalcatolicismo y a la misma Inquisición. Un tribunal que por cierto acosaba a las brujitas de entonces con argumentos civilizatorios, cosa que analógicamente propone con frecuencia este órgano para las “videntes” televisivas actuales (con multas). Además, ¿En qué disposicion moral se halla una institución que gasta una millonada para ser usada por el “regimen” contra la oposición? (a Canal Sur, ni reñirle). Unos gastos que como dice El Mundo fueron rebajados “después de que se destaparan los abusos en que habían incurrido los consejeros nombrados por el PSOE en almuerzos de trabajo, donde predominaban las ostras y las botellas de vino Matarromera”. Y que “cuando saltó el escándalo, estos miembros del pleno del CAA emitieron un comunicado asegurando que todos sus gastos eran `inherentes´ al cargo”. Conclusión: Hay que eliminar órganos públicos censores y sectarios, que el feminismo deje de ganar dinero utilizando a las mujeres, y celebrar la vida. Y pagarse cada uno sus copas.