Para empezar, huelga de trenes. Los cambios de billete los hago cómodamente por internet, lo que me reconcilia con un país poco respetuoso con clientes y contratos. A la llegada a la capital de la nación más antinortemericana nos encontramos con que Jalogüín ha tomado el centro. Tras acercamos a la histórica Casa Labra, donde Pablo Iglesias fundó el PSOE, a degustar su bacalao, paseamos por la Plaza Mayor. También aquí prima la moda de otras plazas, como San Antonio, de instalar carpas que estropean la belleza del lugar En este caso perdonamos el desaguisado pronto porque se trata de la feria del jamón de bellota. Por la mañana paseamos por el Centro. A pesar del gentío, notamos un relax insólito: Calle Mayor, Sol, Recoletos… ¡Claro, Aquí no hay carril bici! Los tramos peatonales lo son de verdad, sin la ansiedad que producen veloces bicicletas y endiablados patinetes. Desde la azotea del Círculo de Bellas Artes disfrutamos las mejores vistas de Madrid. A pesar de tratarse de días festivos se aprecia una actividad comercial febril durante todo el puente. Se nota que la libertad de horarios establecida por la liberal Aguirre ha calado en la vida de la ciudad (no en vano es la Comunidad más rica). Para las tapas elegimos las dos tabernas más antiguas del Centro (principios del XIX): la Taberna de Antonio Sánchez y Oliveros. Preciosas y de gran solera las dos, aunque en la segunda encontramos mejor trato y comida. Por la tarde damos una vuelta por el Prado donde seleccionamos 15 obras cumbres para ver. Esta vez me deja impresionado la “Mesa de los pecados capitales” de El Bosco, en la que sobre un tablero redondo son representados los pecados a través de escenas de la vida cotidiana. Una delicia. El cansancio nos hace desistir del jazz del Café Central y cambiarlo por el más cercano restaurante La Bola., del siglo XIX. El sábado hacemos un recorrido por el Madrid monumental y seguimos disfrutando de locales históricos y de sabor: café en el literario Gijón, tapas en Casa Alberto, y por la tarde, churros y chocolate en San Ginés. Ya por la noche, el Viva Madrid y el Carmencita de la calle Libertad. Antes de regresar, el reencuentro dominguero con el Retiro y el Rastro se torna inevitable.