Francisco contra Wojtyla. Salvador Sostres

Nombrar a Tucho es gobernar con Podemos. Frivolidad, inconsistencia, ese relativismo

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Salvador Sostres

SALVADOR SOSTRES

08/07/2023 a las 20:05h.

Francisco ha nombrado a Tucho –ya vamos mal– Fernández prefecto para la Doctrina de la Fe. Es un nombramiento agresivo, visceral, sanchista. Es un nombramiento contra el legado de Juan Pablo II. Es un nombramiento contra la inteligencia y la espiritualidad del cardenal Ratzinger, que antes de convertirse en Santo Padre contuvo como prefecto, siguiendo las directrices de Karol Wojtyla, el degradante avance de la teología de la liberación en el corazón de la Iglesia. Francisco no busca que su nuevo prefecto legisle en favor de sus delirios montoneros, sino que purgue la Congregación de los que, por ejemplo, le impiden nombrar sacerdotisas, entre tantos otros disparates. Esta designación significa un retroceso intelectual, moral y espiritual de décadas, y abre la puerta a cualquier desatino mucho más alineado con la ideología ‘woke’ que con las enseñanzas de Jesucristo.

Nombrar a Tucho es gobernar con Podemos. Frivolidad, inconsistencia, ese relativismo. Las pintas del prefecto, muy por fuera del tiesto, son el cartel electoral de Yolanda Díaz, que parece el anuncio de una peluquería. Esto es hoy la extrema izquierda en España: la banalización del comunismo. Esta señora posando como la hija de la portera fingiendo clase es el tipo de humillación que merece el feminismo. 20.000 euros para cada niño que cumpla los 18. Vigilad que no os los dé en champús.

Tucho no usa lacas sino fluidos para banalizar el amor en su libro ‘Sáname con tu boca. El arte de besar’. Valiéndose del lamentable y falsario truco de decir que no es su experiencia, sino la de un amigo que se lo ha contado, escribe: «El beso centrípeto es cuando chupás y absorbés con los labios. El beso centrífugo es cuando entrás con la lengua. Cuidado con los dientes» y que «es hermoso ir girando por la mejilla y por la pera, y luego volverse a encontrar en la boca. Es un paseo maravilloso». Estas cerdadas sólo las escribe quien las ha vivido en primera persona y con una marcada vocación de pornógrafo. Créanme. Sé de lo que hablo y yo no seré, como él, un hipócrita ante usted, el lector de ABC, «mon semblable, mon frère!».

Hace tiempo que el mal no se nos presenta en grandes cataclismos. Elige más bien la lenta y silenciosa destrucción espiritual del hombre. Las ideas de Tucho y Francisco sobre el feminismo, la doctrina social de la Iglesia y el medioambientalismo transmutado en una nueva Virgen María son la llave que vuelve a encerrar a Dios en las catacumbas.

Lo que Juan Pablo II ganó contra el comunismo y Benedicto XVI contra el relativismo, Francisco quiere borrarlo, por decirlo al modo de Valle, con «su chabacana sensibilidad ante los enigmas, para convertir los grandes conceptos en un cuento de beatas costureras. Su religión es una chochez de viejas que disecan al gato cuando se les muere».

Francisco nos distrae con el amable fraseo argentino para que no nos demos cuenta de que por la izquierda nos ha soltado a Tucho cabalgando un caballo pálido que se llama Muerte.

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