Aprobado raspado. José María Carrascal

Pero es a lo más que podemos aspirar con un gobierno Frankenstein, es decir, con Podemos

Aprobado raspado
José María Carrascal

JOSÉ MARÍA CARRASCAL

26/02/2023 a las 01:50h.

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Me alegra que Pedro Sánchez haya estado en Kiev cuando sonaban las sirenas de alarma por misiles, que haya depositado flores en el monumento a los caídos en esa lucha desigual contra el invasor, que aumentase el número de tanques que España está dispuesta a entregarle, junto a otras ayudas y que haya visto de primera mano las barbaridades que hizo el ejército ruso en las ciudades ucranianas que ocupó durante meses. Ya sé que en ello hay muchas relaciones públicas e incluso de la precampaña electoral en la que ya está metido. Pero Ucrania necesita toda la ayuda que podamos prestarle el resto de los europeos, y más, pues todos nos jugamos algo, o mucho, en esa guerra. Lo ha reconocido el propio Putin al señalar a los occidentales como enemigos, mintiendo al calificarnos como agresores en esa guerra que él desencadenó violando todas las leyes y normas nacionales e internacionales. Iría incluso más lejos: Putin no teme a Ucrania, ni a Occidente. Teme a la democracia, a la libertad individual y colectiva que representa y la quiere lo más lejos posible de sus fronteras debido al posible contagio entre sus ciudadanos, cuyos derechos están recortados en buena parte. ¿Saben ustedes lo que hizo Stalín con los rusos que habían intervenido en nuestra guerra civil? Purgarlos, enviarlos a Siberia o a cualquier otro lugar lejos del poder, no fuera que hubieran contraído la fiebre demócrata.

En cualquier caso, en esta nueva contienda entre autoritarismo y democracia, ningún auténtico europeo puede sentirse ajeno, sino ucraniano y el único pero que pongo a esa visita de nuestro presidente es cómo puede estar gobernando con quienes no condenan esa invasión y critican la ayuda militar a Kiev alegando que «eso solo alargará la guerra». ¿O lo que buscan es que Putin se salga con la suya?

Algo parecido me ocurre con la visita europarlamentaria a España para ver cómo se administran los fondos de recuperación. Me satisface que no hayan encontrado ningún delito -¡faltaría más!- y que las siguientes partidas seguirán llegando, aunque aquí los peros son mucho mayores y en modo alguno justifican el júbilo del Gobierno y su coro mediático. Por lo pronto, les ha extrañado como dijo la presidenta de la misión, la bávara Monika Hohlmeier, que «se hayan rebajado las penas por los delitos de malversación, cuando la tolerancia cero con la corrupción debe garantizar que no haya excepciones». No conviene olvidar que el mayor fraude en los fondos comunitarios fue el de los ERE andaluces, unos 680 millones de euros, acabaron en bolsillos privados, puticlub y drogas. También preocupó «lo que ocurre con la ley del sólo el sí es sí, viendo difícil cambiar los fallos que benefician a los agresores», algo extraño en una ley que debe favorecer a las víctimas.

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