En España perdemos cuando nos odiamos por nuestros defectos

05/02/2023 a las 02:44h.
Felipe González dijo: «Aznar y Anguita son la misma mierda». Y no tenía razón en lo de Aznar pero tenía razón en lo de Anguita, que en nombre del purismo de la izquierda acabó aupando al PP al poder. Cuando en 2012 Artur Mas empezó a pactar con Esquerra el lehendakari Urkullu llamó a Duran i Lleida para decirle: «¿Pero qué hacéis? El enemigo es Bildu, el PP y el PSOE son con los que pactamos dependiendo de quién manda». Los de la Lliga que creyeron que la CNT y la FAI serían más catalanistas que comunistas y anarquistas acabaron asesinados de un tiro en la nuca en la carretera de la Rabassada.
Felipe nunca pactó con la Izquierda Unida, Pujol nunca pactó con Esquerra y ahora el PP haría bien de tomar nota de lo que significa Vox y el peligro que puede representar hacer ecuaciones demasiado simples en sus futuras alianzas.
No porque Vox sea de extrema derecha, que no lo es, ni porque represente, que tampoco, un peligro para la democracia. Simplemente porque Vox no entiende la complejidad de la política como no la entendieron nunca los comunistas ni la entienden los independentistas. Pedro Sánchez se está topando con esta misma evidencia en su coalición con Podemos. Si pierde las próximas elecciones no será por su desfachatez ni por sus mentiras ni por frivolidad. Esto los españoles pueden perdonarlo, y hasta fomentarlo, como ha sucedido en no pocas ocasiones. Si Sánchez es derrotado será por la nefasta inconsistencia de Podemos: ni siquiera por su extremismo izquierdista, sino por su incapacidad para la articulación política, demostrada en la despropósito de la ley del ‘sí es sí’, sobre todo en su torpeza de no sacar la pata rápido al darse cuenta de que la habían metido, como hacen los políticos con instinto de supervivencia, es decir, los buenos políticos. Esta insolvencia –más que la ley en sí– es lo que hará que la gente pierda la confianza en Pedro Sánchez.
En España sólo se puede gobernar desde el centro y con el centro. El partido más funesto que ha tenido este país, que sin duda ha sido Ciudadanos, puso de moda la prueba del algodón en el adversario, convirtiéndolo inevitablemente en enemigo; y esa exigencia de pureza, muy parecida a la de Anguita, ha dado los mismos resultados, con la diferencia de que Anguita era el tonto útil de la izquierda y nos propició ocho años de buen gobierno de Aznar, y Rivera era nuestro tonto útil y nos dejó en herencia a esta joya inigualable que se llama Pedro Sánchez.
En España perdemos cuando nos odiamos por nuestros defectos y ganamos cuando nos buscamos y nos entendemos por nuestras virtudes, aunque sea al precio de tener que convivir con impurezas e imperfecciones. De la moción de censura que Vox quiere presentar, extemporánea y grotesca, la lección más importante que Feijóo debe extraer es lo que Santi Abascal se parece en su inmadurez prepolítica a Irene Montero, y empezar a pensar que para poder gobernar en serio tendrá que ser capaz de hacer algo distinto.