Qué es golpismo, y tú me lo preguntas. Jorge Bustos

Actualizado Lunes, 9 enero 2023

La gran ventaja del golpismo es que los golpistas son siempre los demás

Extremistas invaden el Congreso Nacional, el Supremo Tribunal Federal de Brasil y el Palacio del Planalto.
Extremistas invaden el Congreso Nacional, el Supremo Tribunal Federal de Brasil y el Palacio del Planalto.ANDRE BORGESEFE

La gran ventaja del golpismo es que los golpistas son siempre los demás. Por eso un progresista puede condenar enérgicamente el golpe de los bolsonaristas en Brasil y a la vez condescender paternalmente con los tiernos cachorros de ERC y Junts que apedreaban policías y ocupaban aeropuertos. Desórdenes públicos, ya se sabe; que es como decir que el asalto de Brasilia en realidad inauguraba el carnaval de Río.

El golpista es un ente draculiano que no se refleja en los espejos. Es como el infierno según Sartre o como la superioridad moral del castigador de cuñados: quien va por la vida señalando jamás sospecha que él mismo es el infernal cuñado de otro. Y seguramente somos así por exigencias de la evolución. El cerebro primate está cableado para la militancia binaria, para la dialéctica amigo-enemigo que tanto facilitaba la vida en la selva. Solo que tras un puñado de milenios cubriéndose de sangre de vecino, el sapiens concibió el anhelo de limpiarse, erguirse y cooperar. Así que inventó la democracia.

A medida que la tecnología achica los cerebros del primer mundo y roba tiempo de su desarrollo cognitivo, la democracia liberal va dejando de ser no ya atractiva sino comprensible. Diputados y periodistas que hace una década entendían la separación de poderes reclaman ahora todo el poder para el ganador; cabe presumir que desempolvarán su Montesquieu cuando mande el adversario. Los nacionalistas que se pasaron años deslegitimando a los tribunales ponen el grito en el cielo porque unos nacionalistas de signo opuesto llaman ilegítimo al Gobierno que sostienen los otros nacionalistas. Incluso un tal Sicilia llama golpista al centroderecha, como si no hubiera sido Suárez la primera víctima de Tejero.

No hace falta el coeficiente de un ajedrecista noruego para unir los puntos entre el gobernador bolsonarista de Brasilia destituido por Lula y el Govern destituido por el 155 de RajoySánchez Rivera. O para aplaudir la pertinencia de una intervención policial proporcionada en Brasil y en Laietana. Lo que no se puede hacer sin parecer un orangután es apoyar la supresión de la sedición en España si la ordena tu tribu y festejar las penas de hasta 20 años para los sediciosos de Trump.

A no ser que consideremos que los palos de golf de los cayetanos hartos del confinamiento equivalen a las latas de gasolina de los comandos separatistas y a los cócteles molotov de la kale borroka, en España la calle siempre la calientan la izquierda y el separatismo. Así que menos estaca y más espejo

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