¿Qué es el comunismo?, cabe preguntarse. ¿Un partido político? ¿Un sistema socioeconómico? ¿Una religión?
El centenario del comunismo (14-11-1921) ha pasado sin pena ni gloria, diría incluso que con recato por parte de los comunistas, que ni siquiera se atreven a llamarse así, después de haber presumido de ser la «única revolución triunfante de la historia». Hubo un tiempo en que así se creyó, y fueron muchos los que lo aceptaron, cuando vieron a la Unión Soviética tratar de tú a tú a los Estados Unidos. Pero el desplome del Muro de Berlín dejó ver lo que había detrás, que si no era un pueblo Potemkin (puro decorado) se le parecía bastante. Fue cuando los comunistas empezaron a cambiar de nombre, y ahí siguen inasequibles al desaliento.
¿Qué es el comunismo?, cabe preguntarse. ¿Un
partido político?, ¿un sistema socioeconómico?, ¿una religión? De todo ello ha tenido, y si nos ponemos la mano sobre los ojos para que no nos deslumbren sus fulgores y proclamas nos damos cuenta de que tiene más de lo último que de cualquier otra cosa. Es una religión sin Dios, una religión atea; lo que parece una contradicción, pero hay otras en la historia. En este caso lo que Marx y Engels crearon tenía bastantes elementos religiosos: el ‘asalto al cielo’ como objetivo para crear ‘el paraíso del proletariado’. Un partido político como los ángeles protectores de la pureza de la fe y la estalinización del sistema económico y productivo. No le faltaban herejes, los ‘desviacionistas’, a erradicar a sangre y fuego; ni héroes, los estajanovistas; ni mártires, los caídos por la revolución. De lo que hablaban poco era de libertad. ¿Para qué? Como dijo Lenin a Fernando de los Ríos al preguntarle por ella.
Aprovecho las pocas líneas que me quedan para apuntar la principal característica del comunismo español: fueron los socialistas quienes primero tomaron contacto con Marx y Engels, quienes mantuvieron contactos personales con ellos a través de José Mera, quienes crearon un sindicato, la UGT, y quienes eran auténticos marxistas por creer como Marx que antes que la revolución proletaria tenía que llegar la revolución burguesa. Tuvo que llegar la Guerra Civil para que se diera el protagonismo a los comunistas, entre otras cosas porque solo la Unión Soviética ayudó al bando republicano. Tras ella, la oposición a Franco fue la de los comunistas, a través de Comisiones Obreras; y tras Franco vuelven los socialistas a representar a la izquierda en diversas formaciones, prevaleciendo la liderada por Felipe González, patrocinado por el SPD alemán. Lo que sigue, la Transición y demás, lo conocen ustedes con un comunismo a la deriva con diferentes nombres, IU, Podemos, Más Madrid y los que vengan, pues las principales damas de la izquierda están formando otro, visto que los hombres son incapaces de asaltar el cielo.