El “encuentro” de Biden con Sánchez duró 29 segundos: “Pedro in traslation” por Jorge Bustos

Pedro in translation

  • JORGE BUSTOS

Actualizado Lunes, 14 junio 2021

¿Qué duró más, la cumbre bilateral Sánchez-Biden o la república catalana de Puigdemont?

Pedro in translation

ESPAÑA ha vuelto al lugar que le corresponde desde que Pedro Sánchez ocupa La Moncloa. Lo repite Laya, lo interpreta Marruecos y lo demuestra el espacio escogido cuidadosamente para celebrar la cumbre bilateral entre España y Estados Unidos: un pasillo. Un no-lugar, una foto robada y una agenda desmentida: ahí cabe toda la política exterior de esa orgía furiosa de trolas, montajes y plagios que conocemos con el nombre de sanchismo, rama psicopatológica de la comedia. Una ruptura radical no ya con el sentido de Estado sino con el sentido del ridículo.

De creer a los ventrílocuos de Iván Barranco, los equipos de la Casa Blanca y de La Moncloa han trabajado durante semanas en estrecha colaboración para ofrecernos la imagen de un abordaje. En la cabeza de Iván, los cien metros recorridos en paralelo por los dos mandatarios “prueban la excelente relación que existe entre ambos países”, complicidad no vista desde la batalla de Pensacola. Lo que vemos los demás es la maniobra de un pícaro a caballo entre el Pequeño Nicolás y Bill Murray aprovechándose de que Biden es demasiado mayor para echar a correr y demasiado poderoso para denunciar un intento de acoso. Todos hemos puesto la cara de Joe al descolgar y reconocer a un comercial de Vodafone. ¿Qué duró más, la cumbre bilateral Sánchez-Biden o la república catalana de Puigdemont? No importa: Pedro tiene su foto, que es a lo que ha venido. No a gobernar, sino a que parezca que gobierna.https://omny.fm/shows/el-mundo-al-dia/el-mundo-al-d-a-martes-15-de-junio/embed

A partir de aquí, el relato no puede decaer. Sánchez debe ser recibido en Madrid bajo un coro de aplausos completamente espontáneos, y ya es lástima que el Manzanares no sea navegable para que lo surcara el Juan Sebastián Elcano saludando el éxito de la cumbre con salvas de cañonazos. Al pie de la foto inmortal, este apunte del periodismo riguroso (rigurosamente gubernamental): “El encuentro fue breve, pero no es menos cierto que la cópula del león dura entre tres y cinco segundos”.

Este síndrome del impostor aplacado con el arribismo del pícaro está novelado hace mucho, de Julian Sorel a Gatsby pasando por Bel-Ami. Cuando el soñador de Tetuán llegó a presidente con los votos de Junqueras y Puigdemont, comprendió que necesitaba olvidar a quién debía su poder. Olvidarlo él y sobre todo hacérnoslo olvidar a los demás. Así que se subió al avión y se puso a girar por el mundo, haciéndose fotos con líderes que no le esperaban, alimentándose con esa droga del nuevo rico que es el protocolo: en el extranjero nadie te abuchea. Ahora cada vez que tiene lío en casa corre a la base de Torrejón y sale a por tabaco a algún rincón del trópico. Carecerá de palabra, de principios y de vergüenza, pero a cambio tiene un colchón en La Moncloa y una nevera petadita de imanes exóticos.

Uso de cookies

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.plugin cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies