Todo lo que hace y dice este gobierno social-comunista obedece al proyecto confeso de Sánchez de darle la vuelta a España… ¡en 30 años!, es decir, de perpetuarse en el poder, renunciar a la Transición, hacer desaparecer a la derecha (como en el País Vasco o Cataluña), e imponer la moral progre a la sociedad.
Pero lograr un proyecto como ése, como se está viendo, conlleva emplear la mentira, someterse a los golpistas, contentar a Maduro, y erosionar los principales diques democráticos: la oposición, los medios, la justicia y la monarquía. De momento Sánchez ya ha empezado a estigmatizar a la oposición, tachándola de “antisistema”, él, que está plegado a bilduetarras, bolivarianos y separatistas.
Las tvs son la principal fuente de información ciudadana. Pues bien, la pública fue asaltada por Sánchez a su llegada al poder, y las privadas son afines a la izquierda desde las concesiones de Soraya. El control informativo se ha impuesto en las ruedas de prensa de Sánchez, donde no hay preguntas.
Desjudicializar la política es en realidad crear espacios de impunidad. Por el momento, Sánchez piensa verse con Torra, inhabilitado por el Supremo. Además, se pretende aguar las acusaciones contra los separatistas (para eso está Dolores Delgado), al tiempo que cambiar el Código Penal para rebajar el delito de sedición. Antes de eso, el gobierno ya había sometido a la abogacía del estado.
El último dique del sistema, la monarquía, ha sufrido ya varios desaires del gobierno. El último fue el de Irene Montero, que plantó a la reina en un acto sobre violencia contra las mujeres.
En cuanto a imponer la moral progre, surgen a diario revelaciones-perlas: la heterosexualidad es dominación sobre la mujer, los hijos no pertenecen a los padres, los hombres deben ser penetrados, habrá impuestos por la comida basura, la Academia de la Lengua necesita cursos de ideología de género, la constitución debe adoptar el siniestro lenguaje del “nosotros-as”, y ciertos cargos deben estar “racializados”.
Finalmente, Sánchez es el único mandatario occidental que no ha recibido a Guaidó, al tiempo que el mentiroso ministro Ábalos incumplió con la legalidad de la UE al recibir a Delcy.
A pesar de todo este dislate, la oposición no debe caer en el tremendismo, aunque sí mostrarse firme y unida en el diagnóstico. No será fácil.