Tras el éxito del libro “Cómo hablar con un progre”, Gloria Álvarez publica un segundo titulado “Cómo hablar con un conservador”, clarificador en una sociedad donde predominan las ideas socialistas, y en su defecto, las conservadoras.
El liberalismo y el conservadurismo son dos formas de pensar distintas a pesar de que hayan estado unidas desde el siglo XX para defenderse de una fuerza mayor, el colectivismo (socialista, comunista o fascista). Hoy en España esa alianza, cuarteada en diversas familias políticas y académicas, trata de continuar ante la amenaza antisistema del separatismo y el socialismo radical, aliados históricos. Pero son pensamientos distintos.
Los conservadores son reacios a cambiar las tradiciones, aunque sean anticuadas, y tienden a imponer a la sociedad su moral, en general de tipo religioso. Los liberales coinciden con los conservadores en su aprecio por instituciones que han costado siglos construir, como las que representan la separación de poderes, y también en su aversión por los cambios liberticidas y ruinosos, como el populismo. Pero disienten con ellos en cuanto a que persiguen cambios libertarios.
Todos los liberales anteponen la libertad (entendida como no coacción estatal) a la igualdad (de resultados). El liberalismo defiende la libertad económica: propiedad, menos impuestos, libertad de contratos, menos regulaciones, no subvenciones, etc.; pero también la libertad personal. En el libro de Álvarez se cita: “los conservadores creen que usted es libre de comerciar con quien quiera, cuando quiera, pero no de acostarse con quien quiera. Los socialistas piensan que usted es libre de acostarse con quien quiera pero no de comerciar con quien quiera y cuando quiera”. Los liberales creen que un individuo es libre para hacer las dos cosas.
Gloria Álvarez confiesa que los conservadores le acusan de sobrepasar a la izquierda cuando defiende públicamente la legalización de todas las drogas, no sólo de las “blandas”, de la prostitución ejercida en libertad, del mercado de órganos, del aborto, además del derecho de matrimonio y adopción de los homosexuales y de estar a favor del feminismo no coactivo.
Antes que Gloria Álvarez, otros muchos liberales escribieron sobre estas diferencias, como Haine, Hayek, Popper, Ayn Rand, Vargas Llosa o Bernaldo de Quirós.