Como aún no ha tenido lugar la egocéntrica moción del “ruina” Sánchez, hoy llamaré la atención sobre algo que me preocupa desde hace tiempo: el clima de violencia de baja intensidad que de vez en cuando aflora en Cádiz.
Todo tiene su origen en el 15M, ese mayo del 68 repetido como farsa. En Cádiz, el 15M también impulsó a la extrema izquierda (aquí se evita llamarla así), cuya primera acción fue ocupar Valcárcel durante meses. Su desalojo forzoso en 2012 hizo que sus ocupantes, en protesta, reventaran una conferencia en la UCA. Tres agentes fueron heridos tras la lógica intervención policial.
En la madrugada del Carnaval Chico de 2013 la policía disolvió a grupos que impedían la limpieza viaria. Decenas de chirigotas “ilegales” montaron en protesta una grotesca plataforma del “exilio” que ese verano, y hasta la llegada de Kichi, trasladó el carnaval veraniego a Puerto Real. El objetivo, obviamente, era desgastar como fuese al gobierno del PP.
Con Podemos en la alcaldía la política se enturbió aún más. Ya en los últimos años del PP se vivían situaciones en los Plenos -por parte de la clientela cani de Podemos- impropias de un Estado de Derecho. El mismo día de la toma de posesión de González Santos se produjo algo insólito en la España postconstitucional: el acoso (y algo más) de la turba izquierdista a la alcaldesa y concejales del PP saliente.
En 2016, el portavoz socialista fue amenazado por un podemita asistente al Pleno y fueron agredidos los que acudían a la presentación de un libro sobre José Antonio (algo descrito por algunos periodistas como una pelea entre radicales). En 2017 Susana Díaz fue recibida en su visita al Consistorio con graves altercados, y en este mismo mes de mayo de 2018 han aparecido pintadas batasuneras en la casa familiar de Romaní.
El propio alcalde se ha enredado a veces en este sucio clima. Aparte de su “próxima visita será con dinamita” de 2013, empezó su mandato apoyando ante la policía a un hincha expulsado del Estadio, y más tarde se negó a poner calle a Miguel Angel Blanco y a condenar a Otegui. En estos días, Pedro Mejía lo ha culpado de la brutal agresión que sufrió por haber animado a rechazar la presencia del bus de HO. Esta atmósfera se completa con la violencia sindical, las cloacas de internet, el neoguerracivilismo, etc.