Lo destacable del himno de Marta Sánchez no está en lo acertado o no de la letra, sino en el gesto. Marta, sin pretenderlo, se ha reencontrado con el amor propio de una nación que resurge.
Un amor propio herido, pero que tiene fundamento. España es una potencia con indicadores envidiables, con una transición democrática modélica y con una historia brillante. Hay un problema: una parte del país rechaza su amor por España y su historia al haberse creído la leyenda negra. Parémonos en esto.
La hispanofobia (Elvira Roca: “Imperofobia y leyenda negra”) se origina durante el imperio español como una reacción internacional de odio y propaganda, que por otra parte todo imperio suscita: Roma, Inglaterra, Rusia o EEUU. Lo que nos diferencia de esos otros imperios es que los españoles han creído esta propaganda durante siglos.
La leyenda empieza con los humanistas italianos, que llaman “marranos” a los españoles por mezclarse con judíos. Mas tarde los protestantes hablan de España como el Anticristo. Finalmente se suman a la leyenda nuestros ilustrados, liberales, separatistas e izquierdistas.
Hay mucha falsedad en esa propaganda que habla de crueldad y atraso. Por ejemplo, la Inquisición española fue mucho más benigna que la protestante. En total unos 1.300 muertos en varios siglos, y no todos por casos de fe, sino por asesinato, etc. Calvino en Ginebra -10.000 habitantes- quemó en 20 años a 500 personas por herejía (Servet). Por no entrar en los millones de asesinatos “progresistas” de la revolución francesa, rusa, o española.
Los datos del Padre Las Casas son falsos, él hacía “diatribas”, un género sin rigor ya entonces, pero que fue utilizado por los orangistas holandeses contra España. Los españoles se mezclaron con los indígenas, y su expansión se hizo pactando con indios sometidos por otros indios. La mayoría de los indígenas muertos tras la llegada de los españoles lo son por epidemia, no por violencia. No hubo exterminio: la población iberoamericana creció espectacularmente.
En España para ser un intelectual de prestigio hay que ser antiespañol (afrancesados, Fernando Trueba). El grito viva España en la República era subversivo. Hoy, cierta izquierda aún rechaza la idea de España. Por eso no les ha gustado el gesto de Marta. Tendrían que espabilar y abandonar el cainismo.