La verdadera Historia del nacionalismo

Hay muchas falacias sobre la Historia de España, la mayoría referidas al Imperio y procedentes de la Leyenda Negra que lanzaron los protestantes.

Las patrañas sobre Historia Contemporánea provienen de la historiografía progre, aún poderosa en los medios y la enseñanza. En ese sentido, la mentira más influyente de la Historia reciente, porque le ha dado a la izquierda y al nacionalismo un pasado democrático inmerecido es: “el Frente Popular, formado por separatistas, anarquistas, socialistas revolucionarios, comunistas y republicanos jacobinos, luchó por la democracia”. Falso. La redención democrática llegó en la Transición con Tarradellas, Felipe y Carrillo.

Una de esas trolas históricas se refiere al nacionalismo periférico, al que se le asigna una tradición de siglos. No es verdad.  En realidad nace a fines del XIX, cobra impulso a partir del llamado desastre del 98 -que no lo fue tanto, ésa es otra- y se constituye como parte de la política española durante el XX, excepto en periodos de dictadura. Es por tanto una Historia muy reciente y corta. Estos movimientos vienen de la exaltación regional del Romanticismo y germinaron en nacionalismos sólo en Vascongadas y Cataluña, posiblemente por el empuje industrial, que les hizo sentir, según Cambó “el orgullo de la riqueza”. Algo influiría también la memoria de los fueros, de forma sentimental, porque en realidad su abolición trajo mercados para esas regiones. Algunos aluden como causa del nacionalismo los “hechos diferenciales”, pero éstos existen desde siempre y para todos los territorios.

Una causa decisiva de su auge fue la existencia de teóricos -más bien profetas pirados-, inexistentes en otras regiones, y que dedicaron gran energía a la extensión de los mitos nacionalistas como Sabino Arana, Prat de la Riba y Cambó (éste último se moderó). Ellos extendieron supuestos agravios de España y enaltecieron a la tribu.

Los nacionalismos atacaron a la Restauración, un régimen constitucional que trajo estabilidad y riqueza, y contribuyeron a la ruina de la II República, en Cataluña, con el golpe del 34 -Companys, el golpista hoy eternamente homenajeado, presidió la época de más crímenes en Cataluña-. En cambio no se opusieron a las dictaduras.

Hoy, también intentan derribar un periodo constitucional de paz y prosperidad.

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