El Madrid es una de las ideas más luminosas del siglo XX, y continúa siéndolo en el XXI. Ganar es su destino. Lamento que últimamente sus éxitos hayan sido en parte a costa del Atlético de Madrid, quien por fin ha conseguido hablar de tú al Madrid en la Liga, pero no en Champions, donde pervive el complejillo. Antes, la afición atlética era adversaria del Madrid, pero no enemiga. Hoy, no me gusta la actitud resentida de algunos atléticos, metidos en la legión de quejicas ofendidos por el éxito ajeno. No, el Madrid no es un equipo franquista en la medida en que los colchoneros provienen del Atlético Aviación, formado por militares nacionales de posguerra, y que el Barca de Montal condecoró al caudillo tres veces, por favores recibidos.
Interpreto que si el futbol retorna a la normalidad es también porque el Cádiz vuelve a estar a las puertas de Primera, que es nuestra particular Champions.
Mi abuelo, mis padres, mis hijas y yo hemos visto al Cádiz en esa categoría. A partir de los 70, el Cádiz ha estado al menos una vez en Primera en todas las décadas. Nos falta la de ahora, la del 2010-20. Ya nos vuelve a tocar.
De la misma forma que los madridistas nunca detestaron al Atleti, en Cádiz nunca rechazamos al Jerez. La rivalidad, y algo más, proveniente sobre todo del jerecismo, vino cuando ambos equipos se encontraron, durante poco tiempo, en divisiones bajas. Antes, los cadistas ni siquiera sabían en qué categoría jugaba el Jerez, un poco como hoy.
Es normal el complejillo del que se siente inferior, pero cuando dejas que te arrastre el odio acabas equivocándote. En Cádiz también teníamos nuestro complejillo -ahora menos- sobre todo con el Sevilla, cuando jugábamos en Primera. Por cierto, fue impresionante ver a 80 autobuses amarillos y miles de aficionados ocupando las gradas del Sánchez Pizjuán. Y alentador comprobar cómo la afición cadista devolvía un “¡poeta, poeta!”, o aplausos irónicos, a los exabruptos de un sector del sevillismo.
Esta temporada ha sido para enmarcar, al margen de cómo quedemos. Para el recuerdo guardaré los partidos vividos en Córdoba y Sevilla con mis hijas. Aunque algunos nos situaban ya en 2ª B para siempre, y no querían ni Estadio nuevo, ahí estamos otra vez, a las puertas de Primera y premiados como la mejor afición de Segunda. Merecemos subir.