Me preocupa la crispación que se ha instalado en la vida política de Cádiz. La cosa viene de cuando los indignados comenzaron a frecuentar los Plenos municipales. Eran los últimos tiempos del gobierno del PP, y raro era el Pleno que no era reventado por un público proveniente de la izquierda radical de la ciudad, con gritos y ataques contra el gobierno electo. Luego vino aquel episodio repugnante de la salida del anterior gobierno municipal, tras la proclamación del nuevo alcalde, entre los insultos y el acoso de seguidores podemitas. Hoy, los ataques en los Plenos se producen contra toda la oposición constitucionalista, hasta el punto de que se están juzgando unas presuntas amenazas procedentes de un militante podemita, contra el representante del PSOE, Fran González, sin que este militante haya sido expulsado por Podemos, ni el alcalde se haya personado en el juicio para amparar al amenazado. No me ha extrañado que algunos señalados exmilitantes socialistas se hayan puesto del lado del amenazador, dados sus sentimientos radicales de siempre, eso sí, cuidadosamente silenciados mientras les iba bien en el entorno del poder socialista. Tampoco me ha sorprendido que se posicione en esa línea contra el compañero (¿?), algún miembro cualificado del PSOE actual. Es lo que hay: un PSOE alejado de la socialdemocracia y próximo a un grupo como Podemos –cuyo objetivo no es gestionar el sistema, sino derribarlo-, y que al mismo tiempo considera tóxico a un PP cosntitucionalista, perfectamente homologable al centro derecha democrático europeo. En el recuerdo queda la consigna gritada por Kichi y su pareja ante el Supremo de, “¡la próxima visita, será con dinamita”!, así como su intento, ya como alcalde, de proteger a un amigo hooligan expulsado por la policía del Carranza. Para colmo, dos sentencias judiciales recientes han sido acogidas con gran entusiasmo por este mundo extremista gaditano. Por un lado la absolución de los radicales que ocuparon un edificio de propiedad privada, Valcárcel, y por otro, el archivo de la causa en el que el gobierno de Podemos imputaba un delito al anterior equipo de gobierno del PP. Espero al menos que no nos estemos acostumbrando a este régimen macarra traído por la plaga y que el electorado gaditano esté tomando nota.
