Una calle para Echevarrieta

El que Horacio Echevarrieta no tenga aún una calle en Cádiz, pone de manifiesto cómo nuestra ciudad olvida a los mejores hombres que han pasado por ella. Hoy precisamente, día 15 de septiembre, se cumple el 146 aniversario del nacimiento del gran industrial y empresario vasco, que tanta y tan buena relación tuvo con nuestra capital. Echevarrieta nació en Bilbao en el seno de una familia republicana moderada y dedicada a la industria, de la que heredó un patrimonio que él supo diversificar y multiplicar. A lo largo del primer tercio del siglo XX estuvo detrás de los proyectos empresariales más ambiciosos y sólidos del país: Saltos del Duero, que con el tiempo sería Iberdrola, la Compañía Iberia, el Metro de Barcelona, el periódico El Liberal, que vendió a su amigo el socialista Prieto, así como la urbanización del Ensanche bilbaíno y de la Gran Vía madrileña. En 1917 compró los Astilleros de Cádiz, que fundaron los hermanos Vea Murguía, ellos sí por fortuna, con calle en nuestra capital. Los llamó Astilleros Echevarrieta-Larinaga, nombre de la comunidad de bienes heredada de su familia. Para Horacio, la joya de la corona de sus empresas fueron siempre los Astilleros de Cádiz, hasta el punto de que en los años 30, época en la que los astilleros soportaban una fuerte deuda, vendió todas sus empresas para mantenerlos. Durante treinta años, hasta la devastadora Explosión de 1947, funcionaron unos astilleros en los que se fabricaron entre otros, dos barcos emblemáticos: el submarino alemán E-1, el más avanzado de su tiempo, y el Juan Sebastián Elcano, en cuyo mástil está grabada la inscripción Echevarrieta-Larinaga. Si en vez de prestigiar únicamente a los que viven de reclamar “derechos sociales” -con el dinero de los demás-, admiráramos y recordáramos a los empresarios ambiciosos y productivos, que crean riqueza y soportan los gastos sociales con sus impuestos, nuestra ciudad mejoraría. Pero somos la región de la hostilidad hacia el empresario, del apego al reparto de rentas públicas, y del resentimiento contra quien tiene éxito. Por ser Echevarrieta un hombre excepcional, por situar a Cádiz a la cabeza de la tecnología del momento, y por crear tanto empleo del de verdad, creo de justicia dedicarle una calle de nuestra ciudad.

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