Primo de Rivera, no; José Antonio. Federico Jiménez Losantos

Actualizado Martes, 25 abril 2023 – 22:48

El Gobierno no ha perdido ocasión de felicitarse por profanar otra tumba. Mientras sea de la media España nacional, Sánchez y sus etarras, golpistas y comunistas lo disfrutan

Simpatizantes de Primo de Rivera, a las puertas del cementerio de San Isidro.
Simpatizantes de Primo de Rivera, a las puertas del cementerio de San Isidro.THOMAS COEXAFP

Miguel Ángel Blanco fue exhumado a escondidas por su familia tras los continuos e impunes ataques a su tumba. Nada más lógico, pues, en la España de Sánchez, que encargar a los bildutarras la Ley de Memoria Democrática, en cuyo nombre han asaltado la tumba de José Antonio Primo de Rivera en el Valle de los Caídos, dizque por voluntad de la familia. La misma voluntad que la de la familia de Miguel Ángel Blanco: para que lo traten como a Franco, nos lo llevamos. Pero el Gobierno no ha perdido ocasión de felicitarse por profanar otra tumba. Mientras sea de la media España nacional, Sánchez y sus etarras, golpistas y comunistas lo disfrutan.

Ya no distinguen muertos ni tumbas. Y los medios de comunicación, tampoco. Exhumada del periodismo la Historia de España hemos leído «Primo de Rivera» en vez de «José Antonio» porque nadie sabía nada del muerto ni quería molestarse en mirar. «Primo de Rivera» se reservaba a su padre, dictador casi por aclamación, desde Ortega al rey, de 1923 a 1929, con Largo Caballero, futuro asesino de su hijo, como secretario de Estado de Trabajo. Televisión Espantosa, la que más paga a sus tertulianos, exhibió una imagen de Don Miguel para glosar el asalto a la tumba de su hijo. Un listo del gremio necrófago detalló: «Cogió el poder en 1933 y promulgó la ideología falangista. En 1936 perdió el poder ante los republicanos después de tres años en el cargo para lavar la imagen de su padre» Todo, todo minuciosamente falso. Da igual.

La ley sanchista y etarra dice que «los restos mortales de dirigentes del golpe militar de 1936 no podrán ser (sic) ni permanecer inhumados en un lugar preeminente ni de acceso público». José Antonio, ilegalmente encarcelado en marzo de 1936 por «posesión de armas», estaba en prisión el 18 de Julio, tras el asesinato de Calvo Sotelo por los escoltas de Prieto, que decidió a Franco a sumarse al Alzamiento. José Antonio no era militar ni tenía relación con Mola, mal pudo sublevarse. El propio Franco temía lo que pasó: derrota o guerra civil. Antes defendió, por orden del legítimo Gobierno Lerroux, a la República del golpe de Estado del PSOE y ERC en 1934. Esto es simple historia de España y a nadie parece importarle. A mí, sí.

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