No reaccionar. Salvador Sostres

Elige tú los conflictos y que sean pocos. No queremos enemigos por casualidad

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Salvador Sostres

SALVADOR SOSTRES

22/04/2023 a las 20:28h.

Lo más importante es no reaccionar. Prescinde de la provocación, de la crueldad del comentario, del reproche. No reacciones. Déjalo estar. Cuesta pero lo agradecerás.

Reaccionar agrava el drama, te quita la razón, y el tipo de satisfacción que pensamos que podríamos obtener ni siquiera puede llamarse así porque somos buena gente y al final hasta ganar las partidas nos duele si es a costa del dolor o de la humillación del otro. No hemos venido a esto. No somos esta clase de miserables. Tenemos defectos pero porque se nos escapan. No necesitas reaccionar. Tú crees que sí pero es solo tu incontinencia. Hacerse mayor es aprender a poner acentos de luz en aquello en lo que crees, y en querer aún mejor a las personas a las que quieres. No te dejes llevar por la ira siempre estéril y que te devuelve una imagen de ti que inevitablemente será decepcionante.

Aprende a encajar. Ser un encajador, Jaime Gil de Biedma lo dice, es un oficio modesto pero fundamental para una cierta estabilidad cuando pasan los años. La alegría es una decisión. Por supuesto es una higiene, tal como la tristeza y el enfado ensucian, pero antes que nada, la alegría es una decisión. No estamos contentos: decidimos estar contentos, del mismo modo que decidimos no enfadarnos y no rebajar nuestros días a la pulsión estomacal de los demás.

Los que reaccionan se separan, rompen familias, tienen hijos con la que no toca, desatienden sus obligaciones y vuelven un caos el orden imprescindible para que el mundo funcione. Los que reaccionan se pelean, incendian lo que preservábamos, abren guerras que al final todo el mundo entiende que habría sido mucho mejor no haber empezado. Nadie está a salvo de la tentación de reaccionar y es cierto que a veces no queda más remedio que defenderse, pero las situaciones extremas son muy pocas en comparación a tantas reacciones innecesarias en asuntos que habrían muerto solos.

Tú crees que reaccionar es tu personalidad pero ser un hombre no es gritar, ni contestar, ni tratar de herir a tu esposa con una frase más brillante. Ser un hombre, quererla de verdad, es callar. Incluso en la mayor ofensa, ser un varón es recordar lo mucho que la quieres y pensar que cuando escampe la tormenta todos seremos mejores si no has dicho nada.

Procura no enfadarte pero sobre todo no discutas enfadado. Antes de empezar a irritarte por todo lo que te molesta de su actitud, piensa en cuál va ser tu última decisión, y si va a ser perdonarla y quedarte, ahórrate el proceso devastador de dar las vueltas del perro para acabar echándote a dormir, esperando como todos que mañana sea un día por lo menos tan bonito como los que hasta ahora hemos vivido. Elige tú los conflictos y que sean pocos. No queremos enemigos por casualidad.

Y luego escribe el artículo más salvaje, pide un gintónic o mejor dos y bájate a quien te tengas que bajar. Pero hazlo como las espadas afiladas justo antes de la sangre; y sin reaccionar.

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