Desde Nevenka, llevamos dos décadas creyéndote, hermana. Arcadi Espada

Actualizado Jueves, 6 abril 2023 – 09:44

Monumento a Nevenka Fernández en Ponferrada (León).
Monumento a Nevenka Fernández en Ponferrada (León).Ana F. BarredoEFE

Me informo en Leonoticias –así es mi vida- de que Ponferrada va a pedir perdón a Nevenka, con un retraso de 22 años. La ceremonia la ha organizado el actual alcalde, Olegario Fernández, socialista. Ni siquiera puede justificarse con un número redondo de aniversario, aunque no hay duda de que los dos patitos es guarismo simpático: la única razón del supuesto perdón colectivo es la inminencia de las elecciones municipales y con eso bastaría para convertir la ceremonia en una farsa. Pero es que ni ahora ni luego hay motivo para que Ponferrada pida perdón a la concejal que hace 22 años denunció con éxito a su alcalde, Ismael Álvarez, por un delito de acoso sexual, y así logró apartarle de la política y más o menos de la vida.

A Nevenka no solo le dieron razón los tribunales, sino que un mercenario poético se puso a sus pies para escribirle una sonrojante hagiografía que fijó para siempre la trapisonda del mito. Ahora bien, si no para el perdón, sí hay motivo para recordar lo que pasó hace 22 años, en especial por la luz equívoca y adánica que alumbra el presente. Puede decirse que desde Nevenka y desde hace dos décadas se instauró en España el yosítecreohermanaísmo. Pero no fue obra de los gritos del mujerío callejero, sino de los jueces, los perfectamente ilustres y apoltronados jueces del Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León. Para acatar como se requiere una sentencia no hay nada como conocer sus fundamentos, y el fundamento de la que condenó al alcalde Álvarez no tiene pérdida. Contra la evidencia documental, contra la evidencia de los testimonios, contra la evidencia del sentido común y de la lógica, el alcalde Álvarez fue condenado gracias al testimonio incriminatorio de la que fue por dos o tres meses su levísima amante. ¡No digo que no fuera justo! Digo que esa fue la Justicia.

De modo que hay motivo para subrayar el carácter pionero de Nevenka. Y para erigirle ese monumento que la delegada del género, Victoria Rosell, inauguró el jueves en Ponferrada. Lástima de no haber caído en los versos de León Felipe y labrarlos en el zócalo: “Si no es ahora, ahora que la justicia vale menos, infinitamente menos,/que el orín de los perros”.

Qué mal envejecen las hipérboles. Pobre poeta loco, si supiera a cuánto se ha puesto ese orín.

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