Abandonad toda esperanza quienes entráis aquí. Andrés Trapiello

Actualizado Viernes, 31 marzo 2023 – 22:39

El ministro Bolaños inaugura una exposición tremenda. Sin pies, desde luego, pero no sin cabeza. Detrás hay una, demencial y demenciada

Abandonad toda esperanza quienes entráis aquí
JAVIER OLIVARES

El tragaluz democrático. Políticas de vida y muerte en el Estado Español (1868-1976) es una exposición que puede verse en las Arquerías de los Nuevos Ministerios de Madrid. La inauguró el ministro Bolaños y la pagan su Ministerio de Propaganda y la Secretaría de Estado para la Memoria Democrática. Tremenda. Un gran potaje. Sin pies, desde luego, pero no sin cabeza. Detrás hay una, demencial y demenciada.

Las Arquerías se dan un aire metafísico a lo De Chirico. Vacías, espectrales. Las proyectó Zuazo por encargo de Indalecio Prieto, pero algunos creen que aquello fue cosa de Franco. A la entrada, la estatua de Largo Caballero. Sabiendo lo que ese hombre dijo, hizo y dejó de hacer, impone más. Alfonso Guerra estuvo al frente de la corriente largocaballerista y hoy habla de un «Psoe liberal». Lo bueno de la memoria democrática es que cada cual puede recordar lo que le dé la gana, y si aquel presidente de Gobierno durante el terror rojo (fue terror y fue rojo) conserva la estatua, quizá sea porque empieza también a ser un socialista liberal. En todo caso esta estatua parece advertirnos de aquello tan famoso del Infierno dantesco: Lasciate ogni speranza, voi ch’entrate.

Es una exposición rarísima, «de fragmentos», asegura su comisario político. En realidad, de pingos. Nada más entrar una mujer de plasma te suelta: «Soy feminista». No aclara de qué facción. Se trata de explicar, se nos dice, los modos en que en «el Estado español» se ha administrado la muerte. Las imágenes «que generan esos fragmentos se organizan en diferentes flujos»: la represión de las luchas ciudadanas desde el sexenio democrático (Primera República), la Segunda República, «Contra la República del Rif», la Guerra Civil, la dictadura franquista y «Contra los cuerpos». Viva la República. ¿Cuál? Cualquiera.

1868-1936. Los liberales abolieron la esclavitud y la pena de muerte, pero la carcundia, ávida de colonias, de sangre y de dinero, impuso «con una violencia despiadada las estructuras del Estado represor». Y salen Cuba, Filipinas, Puerto Rico, el Rif y Guinea. La lucha entre «un poder progresivamente dotado de modernas tecnologías de control y una población insumisa y rebelde». Y un nuevo vídeo: «En febrero de 2007, Esquerra Republicana de Catalunya presentó ante el Congreso español una proposición no de ley de reconocimiento a las víctimas de los bombardeos químicos en el Rif [durante el gobierno de Primo de Rivera, 1921]. La propuesta fue rechazada». ¿Qué coños hace aquí Erc?, te preguntas. Completar la serie colonial: Cuba, Filipinas, Puerto Rico, el Rif, Guinea… y la república de «Catalunya».

1936-1939: Fascismo o democracia, otro apartado. Democracia en esos años, poca (pregunten a Chaves Nogales y Campoamor). Más exacto habría sido «fascismo y comunismo». «Violencia fascista contra la población civil», se insiste. Ni una sola palabra de las checas. Manuscritos de Lorca asesinado, pero no de Maeztu. Eso sí: mataron más «los malos» [timbales], y «los buenos» se defendieron como pudieron con «múltiples laboratorios ciudadanos e instituciones democráticas [entran los violines]: refugios antiaéreos, escuelas, comedores, campañas de alfabetización».

Y así se llega a las matanzas de Badajoz de 1936, un hito en esta exposición: ni una palabra tampoco de las matanzas de Paracuellos (aunque es de agradecer que no justifiquen estas en aquellas otras). Los historiadores no se ponen de acuerdo en el número (entre 1.200 y 4.000 asesinados), pero sí en que la «fiesta taurina» en la plaza de toros de Badajoz fue un bulo de la República. No era fácil ilustrar esto, pero ahí estaban los parciales bolañistas poniéndose el mundo por montera. Al lado de un cartel de toros de 1939 en Badajoz (en ese escenario se celebró una repugnante «corrida de la Victoria», cierto), una foto de 1960 con una «imitación de una corrida de toros en la cárcel de Larroinaga. Bizkaia» (un recluso toreando a otros dos presos que se fingen toro bajo una manta) y un poco más allá otro cartel de toros, de las Ventas, de 1940, con el yugo y las flechas y una cruz gamada… (y que al visitante le entre la duda de si en Badajoz en 1936 se clavaron banderillas y rejones a las víctimas, como se intoxicó en su día, y, de paso, que se pregunte si no sería mejor acabar con la tauromaquia de una vez por todas).

Desconcertante. Pero no tanto como ver junto a los fierros de un garrote vil, un azote o látigo de «cuatro colas» para esclavos y un libro con un trozo incrustado de metralla fascista (hay que meter miedo), los cuadros de Solana Mujeres de la vida y El carro de la carne¿Qué diablos pintan ahí?, vuelves a preguntarte. Quizá tengan que ver con el último apartado, «Contra los cuerpos». El primero aún (son prostitutas), ¿pero el segundo? Un carro con cuartos de reses colgando de un gancho… Ah, ya: toros, el Ruedo ibérico… Tampoco. Ese apartado va de «los aprendizajes de la libertad republicana que se guardan en lo más profundo de los cuerpos vencidos, y construyen formas sutiles y valientes de dignidad y resistencia».

Sutiles no, y valientes, menos: ¡si Bolaños y Erc son hoy el Estado foucaultiano español! Sale uno de allí desolado (no del todo, hemos podido ver Mujeres de la vida, una obra maestra absoluta), y sintiendo que como estos sigan mandando, lasciate ogni speranza: los bulos e insidias seguirán creciendo como el cálculo renal de la verdad.

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