El secreto mejor guardado de España es que los padres no quieren a sus hijos. Dicen que los quieren pero luego continúan con sus vidas de capricho y egoísmo

12/03/2023 a las 03:10h
Dentro de algunos años, Arnau, tu padre te va a decir que si quieres dinero para una camiseta lo ganes haciendo canguros o dando clases particulares; exigirá unas notas mejores si quieres hacer aquel viaje y será tajante en la hora de tu regreso a casa aunque a tus amigos les permitan quedarse hasta más tarde. Pensarás que es demasiado duro, que no te entiende, y hasta puede que le digas palabras duras, que se salgan del fondo de tu juventud iracunda, y le trates de insensible, de viejo o de carcamal, y estés convencido de que no sabe nada.
Esto te lo digo hoy, que sólo tienes 6 años, y te veo durmiendo en esta cama de hospital, con tus padres al lado, que llevan una semana sufriendo por ti, pendientes de cada paso de tu evolución, al fin tranquilos porque no es tan grave como en un principio pareció y sus vidas quedaron suspendidas en el alambre de la tuya. Seguro que son imperfectos, como yo. Y seguro que mi hija acabará pensando, en algún momento, lo mismo que te he dicho antes de mí. Pero incluso cuando menos comprendido te sientas, sólo te pido esto: que les des un respiro. Son buena gente, créeme. Llevan desde que naciste -y un poco antes- desviviéndose por ti. Eres su gran amor, su ídolo, su héroe. Eres todos los viajes y todas las camisetas juntas, todas las noches que tú imaginas vivir con tus amigos hasta donde la madrugada os lleve. Todo esto junto, y mucho más, eres tú para ellos, y todo lo darían por ti. Nadie conoce tu corazón mejor de lo que lo conocen ellos. Esto, también, recuérdalo siempre.
Has tenido padres, Arnau. Hoy esto es un inmenso privilegio. No pretendo hacerte cargar con los dramas de nuestra era. Pero cuando la Humanidad estaba siendo abandonada, tú tuviste el rarísimo gran premio de tener unos padres y eras el centro de su vida, el primer y último motivo de todo lo que hacían, su alegría y su desvelo, su horas más felices y también las de más grave angustia. Te lo digo ahora que duermes como si nada te importara, mientras ellos vigilan el goteo de tu antibiótico y en todos y cada uno de los instantes en que sufres asumirían por quintuplicado tu dolor a cambio de que tú te sintieras ni que sólo fuera un poco mejor.
Arnau, eres uno de los pocos niños de tu edad que conociste el amor verdadero y cuando digo pocos, te alarmaría saber los pocos a los que me refiero. No querría preocuparte, pero el secreto mejor guardado de España es que los padres no quieren a sus hijos. Dicen que los quieren pero luego continúan con sus vidas de capricho y egoísmo. Tú conociste el amor que permanece, el que se mancha, el que se desespera, el que renace intacto, el que siempre es más fuerte. Por eso te digo: cuando dentro de algunos años te sientas un incomprendido, dales un respiro. Y dátelo también a ti, y recuerda que todo lo que te gusta, sabes y eres viene de este amor primero, que te dio la vida y te la meció y te convirtió en uno de los hombres más afortunados de la Tierra.