Lo público no se elige, se paga coactivamente con nuestros impuestos bajo pena de multa o cárcel. No en vano pagamos al estado casi el 40% de lo que ganamos (¡qué alegría de diezmo, en la Edad Media!). Para “elegir” enseñanza privada hay que pagar dos veces.
La enseñanza pública de hoy es carísima, el doble que la pública-concertada, (por cierto predominante en las ciudades más avanzadas), de mala calidad, poco exigente hasta regalar el aprobado y no está sometida a la competencia: se trata de un mercado cautivo, pues la supervivencia de los centros no depende de que sean elegidos por unos alumnos que llegan abocados a ellos mediante una baremación burocrática.
La enseñanza pública no es neutral como se pretende, está dominada por castas estatalistas de políticos, burócratas y sindicatos de profesores bajo la ortodoxia “woke” incluso en los sitios donde gobierna el centro derecha (o incluso más por aquello del complejo). Predomina en ella, como en los medios estatales, el adoctrinamiento ideológico (Gramsci), lo que se traduce en Andalucia en las loas obligatorias al pirado de Blas Infante, el feministmo impostivo, el anticapitalismo, el pacifismo selectivo y la infame República, entre otros. En el caso de Cataluña, Pais Vasco y otras regiones es aún peor, los centros están en manos separatistas.
Allí donde hay chavales hay pederastas y abusadores, no tiene que ver con lo publico o lo privado: ¿Es preciso señalar los casos de abuso en la enseñanza pública en los últimos años?
El cheque escolar, ensayado con éxito en los países más avanzados, sí haría posible una elección verdadera de centro. Consiste en cuantificar lo que vale una plaza escolar por año y dar el cheque correspondiente al usuario para que elija, esta vez de verdad, el centro al que quiere ir. La enseñanza seguiría siendo “gratuita”, pero se establecería una competencia enriquecedora entre ellos que los obligaría a mejorar para atraerse a las familias, al tiempo que le devolvería el verdadero poder al ciudadano en detrimento de las castas paraestatales. Puesto que se sabe que el nivel lo da el alumnado y no el profesorado, irían desapareciendo por falta de demanda los colegios de barriadas extrarradiales, esos centros de fabricar marginados al que acceden los chicos del Polígono obligados por los socialistas de todos los partidos.
Yo elijo la pública. Por Fernando Santiago
YO ELIJO LA PÚBLICA. Ahora que a las Carmelitas le dan distinciones por su 150 aniversarios recordaba que hace 40 años despidieron a Marina Bermúdez de Castro como profesora de literatura por enseñar a Antonio Machado y a García Lorca. Se ve que enseñar a esos poetas era cosa de rojos. Cuando escucho la campaña de los colegios concertados en la radio recuerdo que hace 50 años la Guardia Civil detuvo al sacerdote marianista Jorge Oroz, que tenía montado un plató de en Chiclana donde rodaba películas porno con jovencitos, fue condenado pero jamás entró en prisión , le conmutaron la pena por su traslado a una residencia de la orden, tal era el poder que tenía el Colegio San Felipe Neri . De este caso no ha dado cuenta ninguno de los periódicos que hablan desde hace tiempo de los abusos en la Iglesia Católica. En tiempos más cercanos el director de Salesianos, Javier López Luna, “Don Javier” , condenado por abusos a alumnos , por no hablar de los negocios inmobiliarios, a veces a costa de dinero público, que supuso el traslado a Extramuros de San Vicente, las Esclavas o San Felipe, en este último el pabellón levantado incumpliendo la Ley de Costas y el lateral fuera de ordenación. También me preguntaba de dónde ha salido el dinero para la campaña de los colegios concertados, y me respondía a mí mismo: esos centros son un negocio para las órdenes religiosas propietarias, por mucho que insistan eso de que el colegio es de todos: no, es propiedad de las comunidades de monjas o de curas que los regentan. Por eso me hace gracia que las Esclavas pidan dinero para levantar la capilla, cuando es algo innecesario para la educación de los niños. Con todos los respetos a los creyentes, la religión debería ser un asunto que se resolviese en el seno de las familias, en lugar de vincularlo a la enseñanza. Los países más avanzados del mundo tienen una estricta separación entre Iglesia y Estado, de manera especial en la enseñanza. Aquellas familias que quieran darle a sus hijos educación católica, que lo hagan en sus domicilios o en los templos , como las normas de urbanidad. En los colegios que les enseñen a los niños historia, matemáticas, naturaleza, física, química, idiomas y los valores comunes de la sociedad, aquellos que se basan en la Constitución: tolerancia, libertad, igualdad entre todas las personas sin distinción de sexo, raza o nacionalidad. esto lo garantiza el Estado en los colegios públicos, laicos e integradores, con atención a las minorías, a los que tengan necesidades educativas especiales , a cargo de docentes que han superado unas pruebas para ocupar su plaza. El que quiera otro tipo de educación para sus hijos, me parece perfecto, que la pague de su bolsillo. Fernando Santiago.