Mal deben de andar los partidos para echar mano de tan pobres argumentos

05/03/2023 a las 00:42h.
Por más que el PP pregunte al PSOE si hay otros implicados en el caso del Tito Berni, la respuesta será que si han expulsado a todos los involucrados en el caso Kitchen. Si pregunta por los ERE andaluces, les responderán con los pelotazos en Madrid, y así sucesivamente, hasta Roldán en calzoncillos. El debate político español se ha convertido en un cruce de acusaciones de quién es más corrupto, que irremediablemente arrastra a las instituciones, Congreso, Justicia y la propia nación, con el consiguiente desgaste tanto interior como exterior. Mal deben de andar los principales partidos para echar mano de tan pobres argumentos. Que Pedro Sánchez haya roto su costumbre de largarse al extranjero cuando estalla una de esas tormentas, para que sus asistentes reciban las bofetadas a él dedicadas, y saltado al ruedo, desde Finlandia nada menos, delata el temor de que las próximas elecciones acusen los daños. Con razón, pues es quien tiene más que perder. Pero se lo ha buscado al anteponer su interés no ya al de su partido, sino al de España.
Por si no fuera bastante haber cedido al chantaje del nacionalismo catalán en casos tan graves como el indulto de sus líderes condenados y vaciado el delito de sedición, no tuvo inconveniente en dejar en manos de Podemos el asunto de la violencia sexual, urgente sin duda, pero que requiere de una experiencia jurídica que a todos luces las camaradas de extrema izquierda no tienen. El resultado ha sido el bodrio del ‘sólo sí es sí’, que pensado como protección de las víctimas de dicha violencia ha rebajado las sentencias de más de 700 maltratadores y puesto en la calle a parte de ellos. Con los números aumentando, ante lo que no había más remedio que reformar la ley. Chocando de frente con sus redactoras, que lo consideran «volver al Código Penal de la Manada», o luz verde a la violación en grupo, cosa que, desde luego, no es. Al final encontrarán un subterfugio para salvarlo, pero el daño esta hecho.
Aunque lo más grave es que el Gobierno de Sánchez ha adoptado la política económica de la izquierda pura y dura, en vez de hacer que esta aceptase una economía de mercado socialdemócrata. Ya venía presionando a bancos, grandes fortunas y empresas, para pagar sus aumentos de gastos y déficit, pero la declaración de guerra ha sido a raíz de la decisión de Ferrovíal de trasladar su sede a Países Bajos, contestada con amenazas e insultos de toda índole, incluido estudiar si tiene que devolver el dinero que recibió por ayudas públicas, algo que los expertos dudan. De entrada le acusaron de codiciosos. Luego, de poco patrióticos. Y por último, de fines políticos. Cuando la «inseguridad jurídica» de un Gobierno que legisla sin pensar puede ser la verdadera razón. Más dos hechos fundamentales: las grandes empresas acuden adonde encuentran mayores beneficios y España celebró recibir inversiones extranjeras debido a sus bajos salarios y las facilidades fiscales. Otra, que el dinero es miedoso y huye de donde se le persigue. ¿Iniciará Ferrovial la desbandada de inversiones españolas y extranjeras? Dependerá de si Pedro Sánchez se ha rendido definitivamente a sus socios de izquierda.