ERC. una historia de golpistas, asesinos y tontos. Salvador Sostres.

Esquerra es el partido tóxico de Cataluña. Sus líderes son una mezcla de oportunismo de pueblo y de izquierdismo

Las reformas legales de Sánchez son para que se queden como estaban antes: para no pagar el precio

Pedro Sánchez saluda a Oriol Junqueras en el Congreso de los Diputados

Pedro Sánchez saluda a Oriol Junqueras en el Congreso de los Diputados JAIME GARCÍA

Salvador Sostres

SALVADOR SOSTRES

18/12/2022Actualizado a las 03:12h.

El arma secreta de la unidad de España es que la inmensa mayoría de los catalanes nunca han querido la independencia –sí llamar la atención y cobrar los dividendos, pero sin pagar el precio– y que la facción más excitada ha carecido históricamente de cualquier inteligencia política. El corto alcance intelectual y estratégico de los líderes y las bases de Esquerra Republicana han convertido en fracaso ya no sólo cualquier intentona separatista sino la mera pretensión de ocupar un espacio central en la política catalana.

Francesc Macià se alió con comunistas y anarquistas cuando se exilió a Francia durante la dictadura de Miguel Primo de Rivera. A través de Estat Català, contrató a un centenar de mercenarios italianos para intentar una acción violenta contra España, que no llegó ni a producirse porque fue abortada por la propia gendarmería francesa. Cuando tras la dictadura regresó a Barcelona, se integró en ERC, que ganó en Cataluña las elecciones municipales de 1931. Sin haber sido candidato a nada, tomó por la fuerza el balcón del actual palacio de la Generalitat (entonces era la sede de la Diputación) y proclamó «la república catalana dentro de la federación de repúblicas ibéricas», que acabó reducida por Niceto Alcalá Zamora y sus ministros a la recuperación de la Generalitat y a la confección de un Estatuto autonomía.

Lluís Companys dio un golpe de Estado –en nombre nada menos que de la democracia y del antifascismo– cuando la CEDA ganó las elecciones. Armó a los suyos y provocó un baño de sangre. Él y sus consejeros fueron detenidos, juzgados y condenados a 30 años de prisión. El Estatuto de autonomía de 1932 quedó suspendido. El Frente Popular lo liberó tras su victoria electoral en febrero de 1936 y la Generalitat fue restituida. Cuando Franco entró en Barcelona, huyó a Francia donde fue detenido por la Gestapo, devuelto a España y fusilado.NOTICIA RELACIONADAPlay Video

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Josep Tarradellas es la única excepción de cordura en la larga historia del partido. Como consejero de Companys le suplicó que no diera el golpe de Estado de 1934, y cuando tras un largo periodo como presidente de la Generalitat en el exilio volvió a Cataluña, lo hizo desde posiciones dialogantes y realistas. Pese a ser un político de ERC ha sido el Partido Socialista, por oposición al nacionalismo, quien ha reivindicado su figura. El aeropuerto de Barcelona lleva su nombre por decisión del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.

Josep Lluís Carod-Rovira no fue presidente de la Generalitat propiamente pero sí lo era en funciones cuando viajó a Perpiñán para entrevistarse de escondidas con ETA para pedirle una tregua en Cataluña con el argumento de que «la próxima vez que queráis atentar contra España, mirad bien el mapa», queriendo decir que Cataluña no es España. Cuando ABC publicó la noticia de la reunión tuvo que dimitir como «conseller en cap». De aquel viaje destacó, años más tarde, que los etarras le cocinaron un ternasco muy bueno y que Otegui se encendía los cigarrillos con un mechero del PSC.

Oriol Junqueras forzó a Artur Mas a convocar el primer referendo ilegal del 9 de noviembre de 2014, que al final Mas vació de contenido político dejando su celebración en manos de la ANC y Òmnium y rebajándolo a «consulta participativa». Para el 1 de octubre fue el encargado de crear las «estructuras de Estado» que habían de hacer factible el nuevo Estado catalán y luego se comprobó que no había nada organizado.

Cuando el 25 de octubre de 2017 un Puigdemont rendido, y que había renunciado a cualquier intento de «implementar la república catalana» basándose en los resultados del referendo fallido e ilegal del día 1, había convocado ya la rueda de prensa para anunciar la celebración de unas elecciones autonómicas, Junqueras le acusó de cobarde y le llevó a declarar la independencia. El lunes siguiente, el ya cesado –por la aplicación del artículo 155– vicepresidente de la Generalitat, pagó de su bolsillo el billete del AVE que le llevó a Madrid para ser juzgado y condenado a 13 años de cárcel.

Las reformas legales a las que ha forzado a Pedro Sánchez –indultos, sedición y malversación– son para que él y los suyos se queden como estaban antes de todo el proceso independentista: es decir, como siempre, para no pagar el precio tras haber hecho todos los simulacros y no haber conseguido nada. Además, con el delito de altercados graves, rebaja el esfuerzo literario que tendrán que hacer los jueces para condenar por marchas intimidatorias y obstrucción de la vía pública o a la acción policial.

Más de fondo, da una idea de su pobre concepción de la política que en lugar de administrar con prudencia este clamoroso trapicheo, haya anunciado a los cuatro vientos su idea de las condiciones en que un próximo referendo de independencia tendría que producirse, provocando la lógica reacción y movilización de la oposición, y hasta de algunos líderes territoriales del PSOE.

Esquerra es el partido tóxico de Cataluña. Como los palestinos, no pierde ninguna oportunidad de perder una oportunidad. Si a veces parecen salir airosos de algún regate corto, el descalabro llega en el medio o largo plazo. Sus líderes son una mezcla de oportunismo de pueblo y de izquierdismo a veces majadero, otras violento, pero siempre contrario a los intereses de la Humanidad. Su único destino es la derrota, llevándose por delante un tiempo y un dinero que los catalanes hubiéramos podido utilizar para cualquier otra cosa y nos habría ido mejor. También es cierto que están donde están porque tienen los votos que tienen. España vota mal, pero concretamente Cataluña, mucho peor.

Pero por decirlo al modo de Valle-Inclán «la democracia no excluye las categorías técnicas, ya usted lo sabe, señora portera». Por lo tanto, si de verdad Pedro Sánchez quiere destruir España, tendrá que hacerlo solo.

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