Retorno a Cataluña. RZP.

Tamariu

Este verano he vuelto a Tamariu, paradisíaco pueblecito de la Costa Brava gerundense donde trabajé todo un verano en la mejor edad, 21 años. Esta última vez por fin he podido conocer los alrededores con calma: LLafranc, Calella de Palafrugell, Begur… todos ellos reseñados por el gran Josep Pla en su Cuaderno Gris, e incluso he podido realizar el viejo sueño de conocer Cadaqués y visitar en Port Lligat la casa del brujo Dalí.

Tamariu no ha cambiado, es un antiguo pueblecito de pescadores turistizado desde los 60, pero aun cómodo, y que conserva un sabor no muy diferente al del 73. Quizás entonces los visitantes franceses eran mayoría, y ahora me da la impresión de que no. El hotel donde trabajé, mi querido hotel Hostalillo, está prácticamente igual, con algunas reformas que lo mejoran, pero perfectamente reconocible. Tras un purificador baño en aquellas aguas cristalinas almorzamos en la espectacular terraza del hotel, con vistas al conjunto del pueblo y la playa. Nadie de la plantilla actual, repito nadie, había nacido aún el verano que trabajé allí, que se dice pronto. La directora, que amablemente pasó a saludarnos durante la comida, me informó que el hotel había sido construido al parecer en el 72, un año antes de mi estancia.  

Me sorprendió mucho el Camino de Ronda que va por aquellos pueblos de la Costa Brava y que tiene un origen militar y de contrabando. No lo sabía. Se puede ir caminando de un pueblo a otro a orillas del mar, a través de montañas y pinos, por un camino perfectamente transitable y cómodo de cruzar. Como anécdota diré que un verano antes de mi estancia, había estado Serrat en Calella, pueblo parecido a Tamariu aunque algo más grande, componiendo su disco más emblemático, Mediterráneo. La belleza del paisaje de esta zona, perteneciente al Bajo Ampurdán, es indiscutible e inigualable.

Josep Pla y Dalí

Todos estos pueblos costeños pertenecen al distrito de Palafrugell, un pueblo de interior, más grande, donde tuvo su cuna el gran Josep Pla, el mejor y más prolífico autor en catalán de la Historia. Una de mis ilusiones era visitar su casa-museo, pero estaba cerrado; me conformé con verla por fuera.

Otro de los motivos centrales de mi viaje fue visitar Cadaqués y sobre todo la casa del otro gran maestro catalán y español, Dalí, en Port Lligat (yo ya conocía Figueras de dos visitas anteriores, aunque esta vez repetimos de nuevo). La visita a su casa nos entusiasmó. Está situada en una pequeña cala de pescadores. Dalí compró una primera casita que poco a poco fue ampliando de una manera deliciosamente creativa. Sorprenden y maravillan al mismo tiempo la luz, los recovecos, las vistas y la belleza que desprende.

Nuestro cuartel general lo situamos en Gerona, una ciudad que sigue teniendo la belleza de siempre, con sus casas sobre el río y sus plazas porticadas, pero también, y a pesar de su nivel de vida, su carácter provinciano, su precios prohibitivos y sus servicios de no mucha calidad. Recuerdo que la primera vez que la visité me pareció que ya la conocía debido a que había leído una de las mejores novelas sobre la guerra (lo sé ahora, tras haber leído varias desde entonces), que la describía muy bien, Los cipreses creen en dios.

Aspectos patológicos

Yo nunca había tenido problemas en Cataluña por hablar castellano-andaluz. Bien es verdad que la última vez que fui fue hace 14-15 años, aún no habían sucedido los tristes sucesos del año 2017 que tanto daño han hecho a Cataluña y a España. Sin embargo este verano si he podido apreciar un cambio en ese sentido. Veamos.

Casa de Dalí. La guía de la casa de Dalí salió a preguntar antes de la visita que de donde éramos las cuatro parejas que estábamos esperando. Las otras tres eran catalanas y nosotros andaluces. Entonces, dijo: “en qué idioma hablo?” Me pareció absurdo que si todos hablábamos español y nosotros no hablábamos catalán preguntara eso, y así se lo hice saber. La reacción de las parejas catalanas fue la de decir que la pregunta no era absurda, que si siempre igual, que si bla bla bla. Hubo una pequeña discusión, y como la guía empezó a hablar en español entraron refunfuñando, como si fuesen victimas de alguna injusticia, etc., sus actitudes empañaron en parte la belleza de la visita. Por cierto, la guía, en varias ocasiones, dejó entrever irónicamente la complicidad de Dalí con el régimen de Franco y su amor por la riqueza. No se comprende estos desprecios a una de las grandes figuras catalanas, y más por parte de quien viven de enseñar su obra.

Siguiente escenario, Begur, un pueblo muy bello lleno de casas de indianos con unas vistas magníficas. Al parecer se estaba desarrollando una marcha por el pueblo y sus alrededores no sé si con algún motivo altruista. Me interesé y pregunté a una de las corredoras por el asunto en español pero me contestó en catalán. Le dije que si me lo podía traducir y siguió hablando en catalán. Alguien me aclaró que es una comarca muy independentista y que si les hablas en español a algunos, se lo toman como una agresión. Me quedé impresionado.

El último escenario es una excursión, muy ilustrada y cómoda por cierto, que hicimos a la comarca de La Selva. Llegados a Palafrugell, la tierra del gran Josep Pla, me interesé por su casa y por la Fundación que mantiene su obra y nombre. Le faltó tiempo a la conductora-jefa para decir que Pla había sido un chivato de Franco. Ahora resultaba que las dos más grandes figuras catalanas, Dalí y Pla, no eran políticamente correctos, estaban descalificados. No me gustó. Pla fue un hombre de Cambó, un catalanista liberal y moderado, que en efecto, se decantó en la guerra por el bando nacional (como Ortega, Marañón, Madariaga, Pio Baroja, Pérez de Ayala, etc. etc., y qué?), y que montó un Servicio de Inteligencia, como cualquier bando de cualquier guerra, para quien trabajó Pla, quien por cierto, unos días antes del 18 de julio huyó de Madrid porque sabía lo que le esperaba si se quedaba. Como yo era el que pagaba, no me callé. Le conté la historia de Pla, de Cambó, y ya de paso el por qué el catalanismo es un supremacismo cuya raíz es de anteayer. El guía que nos acompañaba, al terminar la excursión, me dijo que ya sí podía hablar de política porque no estaba de servicio, y que él era de las Juventudes de ERC. Le dije que todo el mundo tiene derecho a tener las ideas que quiera pero que hay que cumplir la Ley (en clara referencia al golpe anticonstitucional de ERC de 2017 y por qué no, el de 1934). Por toda respuesta me aseguró que él pagaba todas sus multas…

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