Por una Asociación de Memorialistas de Desmanes contra la Reconciliación y la Democracia
Hay que recordar quiénes han sido, y cómo lo hicieron, los que han atentado contra la reconciliación y la convivencia democrática.
En su película sobre la plaza Pelícano de Sevilla, Gonzalo García Pelayo hace que un actor haga una pintada que reza así: “Dejen de prohibir, que no alcanzo a desobedecerlo todo“, que pasa por ser el título de su denuncia contra el ninguneo de la libertad hoy en boga entre los liberticidas de todo pelaje. Yo aprovecho su ingenio para proclamar: “Dejen de hacer barbaridades, que no alcanzo a recordarlas todas”.
De hecho, no recuerdo cuál fue la barbaridad principal perpetrada hace un mes, ni siquiera logro recordar la de hace dos semanas. Por eso, es preciso que surja una Asociación de Memorialistas de Desmanes contra la reconciliación y la convivencia españolas. Hay que disponer de un sitio, web o no, donde puedan consultarse perfectamente ordenadas y clasificadas todas estas necedades, maldades, disparates y carajotadas que estamos viviendo sin parar desde hace mucho.
Verán lo de esta semana, que todavía lo recuerdo. Está lo de la actitud del gobierno ante la conducta infame de Juana Rivas. Hasta ahora creíamos que lo grave era haber secuestrado a sus hijos, pero no. Había más. Es que uno de ellos sufrió abusos sexuales que no denunció y trató de ocultar mientras estaba bajo su custodia. Y ocurre con una fiscal general de por medio, que debía haberse abstenido por decencia. Y nadie pregunta quién ha sido el autor o autora del fango moral y del delito. Y la jale
Está, cómo no, lo del linchamiento a lo tribal y a lo racista de un niño catalán cuyos padres quieren que no pierda su lengua materna, el castellano, y que tiene derecho a recibir su educación, en un 25 por ciento, en esa lengua. Hay una sentencia, porque hay leyes, pero al consejero nazi separatista KKK le importa una higa. Y los padres separatistas acosan al niño y a sus padres y… Es que es terrible cómo el reconocimiento de todas las lenguas de España ha terminado siendo la persecución de la única lengua común.
Por cierto, recuerdo, esto sí, porque es imborrable, que en la Galicia de 1996 a 1999, que visité varias veces, no vi nunca carteles indicadores en gallego y español. Cuando pregunté, me dijeron que “cosas de don Manuel Fraga”. Ni en el País Vasco vi cosa igual, si bien, claro, es que ni los vascos entendían todavía eusquera. Ni en Cataluña se atrevieron a tanto a pesar del ejemplo del PP.
Ya me acuerdo menos, pero he leído que la fiscal general del Estado, Dolores Delgado, ha enchufado en su departamento a las esposas de dos fiscales de su cuerda para ir ocupando administrativamente la Fiscalía –sembrando de afines, lo llamó Errejón–, de modo que los hechos consumados no tengan vuelta atrás, aunque deriven de una arbitrariedad, y acceder a puestos por oposición sea ya una quimera. Como lo fue en Andalucía bajo el régimen socialista.
Ah, sí, por Dios. Me viene a la memoria lo de la visita de Yolanda Díaz al Papa argentino, que, no teniendo bastante con interpretar las oscuras señales del Espíritu Santo, se apresta a examinar las políticas laborales españolas, cada vez más rígidas, más social-comunistas. Pero he reparado en el regalo de la vicepresidenta: una estola de plástico reciclado bordado por carmelitas descalzas.
Pero, ¡qué ocasión perdida!, no le pidió perdón por el asesinato y la violación de tres carmelitas descalzas el 24 de julio de 1936 a manos de un grupo de milicianos socialistas (PSOE) y comunistas (PCE), en presencia de testigos. Fueron las hermanas Marciana Valtierra Tordesillas, Sor María Ángeles de San José (31 años), Jacoba Martínez García, Sor María del Pilar de San Francisco de Borja (58 años), y Eusebia García y García, Sor Teresa del Niño Jesús y de San Juan de la Cruz (25 años). Qué ocasión perdida, digo, porque es que son beatas de la Iglesia Católica del Papa. Y ni un arrepentimiento sobre lo de Paracuellos, que no es memoria histórica, claro, por decreto. Que lo tenga que recordar yo, que no soy creyente…
Me viene a la cabeza lo de la inflación, el precio de la luz y la deuda pública, infamias contra la parte más desprotegida de la sociedad española y las generaciones futuras a las que se siega el libre bienestar prometido en la Constitución. Y Marlaska Sánchez acercando kilómetros a asesinos a cambio de un plato de lentejas presupuestario.
Me acuerdo otra vez de Yolanda Diaz, y del mentiroso patológico Pedro Sánchez, y su confesión de que el gobierno conocía la letalidad de la pandemia desde febrero de 2020 y aún así impulsó y permitió una manifestación el 8 de marzo que multiplicó los contagios por diez o más en una semana. Pero ya ven qué desorden.
Hace poco se anunció que ni Al Andalus, ni la Reconquista, claro, ni los Austrias, ni la Filosofía en general estaban ya incluidas en la degeneración educativa. Pero la historia de Cataluña, esa sí, cómo no. Ah, y está lo del simpaná ministro Garzón con los juguetitos, Sabido es que en España sólo pueden jugar y soñar con pistolitas los hijos y nietos de los etarras.
Cuando quiero llegar más allá, apenas me acuerdo. Sólo de la ley anti Montesquieu de González y Guerra, de la infamia de Rubalcaba acusando al gobierno de España de mentir en un día de reflexión tras un atentado monstruoso, de la ley de Violencia de Género que desiguala ante la ley a los sexos, de la ley de Memoria Histórica, de Zapatero desmereciendo a España por el mundo, no mucho más, de Rajoy incumpliendo todo lo que prometió. Es que no paran. Y recuerdo lo del quita y pon Pablo Casado y Cayetana, lo de Juan Marín y el exterminio de su oposición en las primarias…
Por eso nos hace falta una Asociación de Memorialistas que impida que nos falle la memoria. Hay que recordar quiénes han sido, y cómo lo hicieron, los que han atentado contra la reconciliación y la convivencia democrática que estaban contenidas en el espíritu de la Constitución de 1978. Día por día y detallado, desde el mantenimiento de los fueros en el texto constitucional.