Hasta finales de 2023 o inicios de 2024 no habrá elecciones generales. Tan firme es el convencimiento de ello de gobierno y oposición que se ha abierto el pacto de Estado de renovación de los órganos constitucionales que estaban pendientes, tras un bloqueo tan anticonstitucional como exasperante. Ha quedado a la espera el acuerdo sobre el Consejo General del Poder Judicial, pero será muy difícil que esa situación anómala se prolongue.
Con ese panorama se ha celebrado el 40 Congreso del PSOE en Valencia. Allí también concluyó la Convención del PP y acaban de imputar a medio centenar de los colaboradores de su alcaldesa Rita Barberá (DEP), que fue homenajeada en dicha convención. Le sucedió lo mismo a Nicolás Sarkozy y al canciller austriaco Sebastian Kurz, uno condenado y otro apartado del gobierno, ambos convocados como las estrellas de la convención itinerante. Malas amistades y peores asesores.
Lo novedoso del congreso socialista ha sido el mensaje inequívoco de unidad que se ha trasmitido a la sociedad. Las voces de Antonio Costa de Portugal, el próximo canciller alemán, Olaf Scholz, y la alcaldesa Ana Hidalgo contrastan demasiado. El respaldo añadido de Felipe González -el de Zapatero y Almunia se daba por supuesto- hará recordar a muchos votantes de épocas pasadas el esplendor electoral socialista. La modernización de España de aquella etapa – ayudada por la entrada en el Comunidad Europea y los Fondos de Cohesión dan paso ahora a la ingente cantidad que significan los 140.000 millones de los actuales de Next Generation. Los momentos se repiten. Cumbre de la OTAN en España y presidencia de la UE el último semestre previo a las elecciones generales jalonarán un periodo de recuperación, tan indudable como necesario, tras los sufrimientos de la pandemia.
Pedro Sánchez ha concluido con la confusión de una etapa de distanciamiento entre Moncloa y Ferraz, siendo él mismo la cabeza de ambas. No tenía sentido y este periodo será de agrupamiento de todas las sensibilidades del partido. Es un gran acierto que el presidente, que ha sufrido crisis de pandemia y sus graves consecuencias económicas, nevadas, incendios y volcanes, haya decidido no prescindir de nadie valioso para remar en la dirección que señalan los tiempos. La estrategia dará frutos. La socialdemocracia, que acaba de ganar también las principales ciudades italianas, tendrá una nueva oportunidad larga en España
“El PSOE silba”, por Julián Quirós
Zapatero lo inventó, Iglesias lo aglutinó y Sánchez le anda sacando brillo. El PSOE descubrió en el postaznarismo que podía evitar la vuelta al poder de la derecha para siempre, a costa eso sí de romper el modelo del 78 en torno a la centralidad. Los socialistas cedieron a la tentación de escorarse para armar una mayoría parlamentaria con los desechos del sistema, las fuerzas minoritarias y radicales, ultranacionalistas o ultraizquierdistas, consideradas tóxicas hasta entonces a la hora de configurar investiduras. Zapatero lo ensayó hasta que le explotó la crisis financiera. Ahora Sánchez utiliza el modelo a fondo; con Podemos, ERC, Bildu, etc. Socios sin límites ni fronteras. Junqueras, Romeva, Forcadell y otros condenados del ‘procés’ participarán mañana con los
herederos de ETA en una manifestación a favor de los presos. El problema de legitimar los extremismos es que los acabas alimentando, fortaleciendo electoralmente, hasta que son ellos quienes tiran de ti y no al revés.