“Tu viejo gobierno de difuntos y dólares”, por Salvador Sostres. ABC

Al Partido Comunista de España darse el gusto de tener al cantautor cubano y revolucionario no le costó menos de 30.000 euros

Salvador Sostres

Al cantautor cubano y revolucionario Silvio Rodríguez le contactó el Partido Comunista de España para que acudiera a cantar a Madrid como colofón de las fiestas del centenario de la organización política. El señor Rodríguez, altísimo artista y primer apologeta de la dictadura castrista, consideró la propuesta pero con dos condiciones: la primera fue que los compañeros comunistas de España corrieran con los gastos del viaje. Entre ellos, dos billetes en primera o en business para él y su señora, por un valor no inferior a los 5.000 euros por persona; la estancia de la pareja durante una semana en un hotel de cinco estrellas (en Barcelona, el cantautor va siempre al Majestic y en Madrid suele preferir el 

 Palace, aunque en esta ocasión tuvo que cambiar hasta dos veces de alojamiento por amenazas de víctimas de la opresión revolucionaria); y además los vuelos en turista (al precio mínimo de 700 euros por cada uno), el alojamiento y los gastos de su banda de 5 o 6 músicos durante el mismo tiempo que su líder cantor.

Representantes del anticastrismo aseguran que el revolucionario exigió al Partido cobrar íntegro su caché, alrededor de los 40.000 dólares, pero voces más oficialistas explican que, precisamente por no cobrar este montante a los ‘compañeros’, la segunda condición para desplazarse a Madrid fue la que le puso a su mánager: que le buscara otro concierto en España para poder cobrar sus 40.000 y que le mereciera la pena el viaje. En cualquier caso, al Partido Comunista, darse el gusto de tener a Silvio no le costó menos de 30.000 euros.

El mánager cumplió y el señor Rodríguez, además del concierto del 26 de septiembre, ofrecido en el Auditorio Miguel Ríos, en Rivas, actuó el 2 de octubre en el Wizink Center. Gritó consignas contra el bloqueo pero no contra la dictadura que reprime a sus conciudadanos y les mata de hambre, o por su sexualidad o por su disidencia.

Al final de su concierto para el Partido Comunista, Silvio anunció que «los fondos recaudados serán destinados por Medicuba-España a la compra de medicamentos». Olvidó mencionar que lo que realmente iba a donar sería lo que quedara una vez pagados sus onerosos gastos; pero sobre todo que estas absurdas y pordioseras organizaciones como Medicuba-España no harían ninguna falta si él y sus compañeros artistas, militares y políticos hubieran tenido la decencia y la valentía de defender la libertad en lugar de fomentar y aprovecharse de revoluciones criminales y de dictadores asesinos, y de un sistema económico que sólo ha causado miseria y muerte allí donde se ha aplicado, para vivir como reyes.

De todos modos, Silvio está acostumbrado a hacerse el héroe entre toneladas de cinismo. El 31 de marzo de 1990, dos años después de que el general Pinochet dejara el poder tras convocar y perder un referendo sobre su continuidad, el cantautor castrista dio un recital en el Estadio Nacional de Chile ante 75.000 personas. Y tuvo el nervio, el arrojo y la sangre fría de felicitar «en nombre del pueblo de Cuba al pueblo de Chile por la democracia».

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