Recuerdos de antes de la Transición (II)

                                           

La dirigencia de la organización del PC universitario de Cádiz de los años 74-76 siempre nos quejábamos de que no conocíamos personalmente a la parte obrera del partido. De hecho, sospechábamos que en Cádiz, el “partido de la clase obrera” era más un partido de estudiantes e intelectuales que de trabajadores –había un cierto choteo al respecto-, como luego supimos en realidad (más tarde, con las huelgas de Astilleros, el PC creció en el sector, pero eso yo ya no lo viví). El caso es que en el verano de 1975 por fin nos anunciaron que íbamos a conocer a un “obrero” dirigente provincial. Franco estaba vivo aún. Después de extremar las medidas de seguridad quedamos citados en unos pisos que hay frente al actual hospital “Puerta del Mar”, entonces la Residencia. ¿Quién era aquel “líder” obrero que con tanto misterio revolucionario iría a darnos una charla? Pues por allí apareció Pepe Mena, el que fue en los ochenta conocido concejal de Fiestas de la nueva Corporación municipal democrática. Pepe manejaba un vocabulario netamente comunista de “camaradas” y de “masas” probablemente adquirido en la emigración, lo que nos impresionó. Recuerdo sus intentos más bien vanos de explicarnos por qué en el norte de Portugal, un año después de la celebrada revolución de los claveles de 1974, la gente habían asaltado más de 80 sedes del partido en Portugal tras los intentos de sovietización del país vecino. Desde luego que la poca solvencia de sus argumentos quedó solapada ante la impresión de por fin conocer a un comunista de la vieja guardia que hablaba y se comportaba como tal.

La organización del PC funcionaba por células de 4 o 5 personas que en teoría no conocía a los de otras células, para evitar caídes grandes. En la práctica el cotilleo era incesante y todos más o menos sabíamos de todos. Había un responsable político, yo lo fui de la mía, y uno de organización encargado de asegurar las medidas de seguridad. El responsable político asistía al comité inmediatamente superior, en este caso al comité universitario, donde había militantes de todas las facultades. El responsable político sí conocía a la militancia.

Yo estuve durante un tiempo de responsable de propaganda del comité universitario, por lo que tenía una misión peligrosa: recoger los Mundos Obreros que venían para el sector universitario. Era un paquete inmenso que recogía en la esquina de Hospital de Mujeres y Sagasta, y me lo entregaba alguien cuyo nombre o sobrenombre, no recuerdo, era “Diego”. Más de una vez, por su peso, aquel paquete estuvo a punto de caer al suelo con todos los Mundos Obreros desparramados. Me veo más de una vez quemando propaganda clandestina en el baño de mi casa de Libertad y el humo saliendo tras los cristales… También recuerdo una buhardilla que alquilé en la calle Isabel la Católica llena de Mundos Obreros, justo al lado de la Comisaría de entonces.

Más tarde fui “ascendido” al comité local, con responsables de todos los comités de la ciudad y en alguna ocasión en el provincial. La primera reunión que yo asistí al comité local me acuerdo que fue en casa de Manolo el Gitano, al lado de la cárcel real. Recuerdo a Pepe Mena, a Manolo el Gitano, Toñi Barrera, Antonio Álvarez y el Purri, un militante de la emigración, sonriente y siempre con unas chanclas pintorescas. También recuerdo reuniones en Loreto, no sé si del comité provincial, a cuyo mando estuvo el más tarde famoso Horacio Lara.

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